Todo un maestro de la improvisación

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Si aún quedaba una mínima posibilidad para que Axel Kross pensase que había estado soñando, se esfumó cuando se despertó.

Notaba los párpados pegados como si hubiese dormido más de nueve horas del tirón, algo que estando fuera de Empíreo, se consideraba todo un lujo. Aún no conseguía centrar bien la vista, poco a poco las manchas negras y sombras iban cogiendo forma. Trató de moverse, notando un tirón en sus muñecas que le inmovilizaba. Sin bostezar, aunque tuviese muchas ganas, movió los dedos notando una cuerda que le impedía separar sus brazos de su espalda.

No, no había soñado con el Séptimo Círculo. Era real.

Tenía un leve dolor de cabeza que cada vez se hacía menos notable. Repasó con pereza dónde estaba, una pequeña sala grisácea muy similar a Empíreo. Desde la silla donde estaba sentado y atado, pudo ver frente a él una mesa marrón como de oficina. Nada más ver que no estaba solo, su cuerpo se tensó, sintiéndose más indefenso que nunca por las cuerdas en sus manos.

No le miraba, al contrario de Axel que sí lo hacía con precaución. Se trataba de una chica rubia, que estaba sentada en la mesa con las piernas cruzadas y con un libro en su regazo, pasando las hojas con calma e ignorando la presencia de Axel. No tenía intención en tratar de reconocerla, sería en vano, solo en tratar de seguir pasando desaparecido para averiguar la manera de escapar e ir a buscar a sus amigos.

Su escaneo silencioso por la habitación frenó cuando por su cerebro pasó la imagen que había visto en un holograma en Empíreo. Casi se tuerce el cuello volviéndola a mirar de forma directa, reconociendo cada facción que se había quedado grabada en su mente apenas habiéndola visto unos segundos.

Blake Bishop.

-¡Tú! - exclamó con rabia. Un impulso que mandó al traste el que no tuviese la atención de la chica sobre él.

Su fuerte voz la sorprendió, haciendo que pegase un pequeño salto y casi se le cayese el libro. Miró de forma directa a Axel, dejándole presenciar los mismos ojos verdes que había visto antes de caer desmayado por el gas que le echó en la cara.

-Sí, usualmente suelo ser yo - respondió con una sonrisa de suficiencia, apartando el libro a un lado en la mesa. - ¿Nos conocemos?

-Blake Bishop - pronunció su nombre con asco, algo que solo hizo que la rubia asintiese entretenida confirmándoselo. - Tú no me has visto, pero yo a ti sí - reveló viendo la duda en los ojos verdes, mirándole como si tratase de acordarse de Axel.

-Oh, no me digas ¿una vez en un sueño? - canturreó mientras bajaba de un salto de la mesa, algo que no debería haberle hecho falta porque parecía bastante alta. - Supongo que ya no tendré que presentarme, Axel Kross.

Quedaría como un estúpido si confesase que, por una parte, había acertado, en sus sueños había visto varias a veces a Blake Bishop. Había ascendido a su top en pesadillas, detrás de que un monstruo le devorase cada extremidad de forma lenta a sus amigos, uno a uno causándoles el máximo dolor mientras él solo miraba y no podía hacer nada.

Echaba de menos su tiempo en Empíreo donde sus únicas pesadillas eran despertarse en medio de alguna nueva e ingeniosa broma pesada de Andrew Stones.

Si bien todas sus alertas estaban encendidas cuando se despertó viéndose atado, las alarmas en su cerebro se dispararon aún más al escucharla decir su nombre. Si no hablaba dormido, no recordaba habérselo dicho.

No era un buen día para Axel, tenía a una de las principales amenazas de Empíreo frente a él y además de estar atado, ya sabía quién era, por lo que hacerse el tonto había dejado de ser una opción.

Danger: La FugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora