Hunter vale por dos jugando a las cartas

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Había leído infinidad de libros en toda su vida, incluso en los más destacados que relataban acontecimientos históricos importantes, como la guerra de Troya, hacían hincapié en las graves repercusiones de un corazón roto. Las decepciones amorosas provocan que el grado de dolor sea directamente proporcional al peligro en el que puede convertirse una persona destruida emocionalmente por el amor.

Sin embargo, Hunter no encontró ninguno que hablase sobre las consecuencias de perder a un amigo, ninguno reconocía el dolor de la ausencia de la amistad como algo relevante. Le parecía incluso peor que tener el corazón roto, mucho más peligroso.

Hunter ahora mismo, podría convertirse en la persona más peligrosa del mundo, Hunter quería comenzar una guerra, quería matar con urgencia y necesidad. No tenía intenciones de saber qué o quién había matado a su mejor amigo, ya sea un monstruo o el cuestionado, secreto y temido Séptimo Círculo, solo quería salir y acabar con todo a su paso, borrando cualquier resto de vida límites afuera de Empíreo para asegurarse que los culpables de la muerte de Axel Kross no volviesen a tener un atisbo de aliento.

Axel había sido su orgullo, el suyo y el de Ellen y Andrew. Levantarse cada mañana y presenciar cómo tras todas las descripciones catastróficas sobre el mundo exterior su mejor amigo seguía ahí, sobreviviendo por largos meses, era motivo de gozo y esperanza. El vacío de no tenerlo a su lado había sido sustituido por una sonrisa orgullosa al ver cómo el impulsivo y a veces extremadamente cariñoso Axel, seguía avanzando en el nombre de su hogar y de sus propios principios.

Todo hasta que su imagen se borró permanentemente y la realidad, fría, cruel y desoladora, les impactó de lleno.

Tampoco podía permitirse en pensar en su hermana, Lexa Hill, con quien, a pesar de haber tenido una relación casi inexistente, le deseaba la mejor de las vidas. Axel representaba su esperanza porque siguiese viva, ese transmisor que su mejor amigo porta valía por dos vidas y ahora le acababa de arrebatar a ambos. Ya no se molestaría en seguir soñando o esperando que alguno apareciese por la puerta, les había perdido, desgraciadamente para siempre.

Hunter miró al cielo, el sol directamente incidiendo en su piel como dentro de la base de Empíreo nunca podía. Parecía que la vida se burlaba de él, o el mundo ya que estaba; el cielo soleado y sin rastro de nubes, llenando cada rincón de un calor reconfortante que trataba de ganarle terreno al permanente frío que sentía Hunter desde hace días. Era tremendamente irónico, parecía que quería recordarle cómo todo avanzaba, cómo todos sonreían ante un nuevo día mientras él se hundía en la más absoluta miseria.

Notaba en todo momento la presencia silenciosa de Ellen y Andrew tras él, aguardando. Parpadeó varias veces con la vista aún alzada, soltando el aire muy lentamente tratando de regular su respiración y las lágrimas que amenazaban por volver a salir. Cuando consiguió ocultar sus emociones, controlándolas tal y como Empíreo les había educado desde adolescentes, fijó sus ojos en la puerta desgastada, la madera carcomida como la mayoría de casas, se preparó para llamar.

Apenas tres golpes rápidos y consecutivos hicieron falta para que la puerta se abriese a la velocidad de la luz, revelando a una ansiosa Sally Kross con una sonrisa perfecta que ya ninguno de ellos podía imitar. La mujer pasó rápidamente la mirada por los tres soldados.

-¿Dónde está mi hijo?

Esa simple y lógica pregunta le destrozó por dentro.

Andrew y Ellen centraron su atención en Hunter, él mismo podía sentir sus miradas en su nuca, clavándose con infinita presión. Aguardaron a que él hablase, tal y como habían acordado, siendo Hunter el que se ofreció voluntario para echarse al hombro el mayor peso de esa desgraciada historia que tenían en común, pero ahora no se sentía capaz de hacerlo.

Danger: La FugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora