La libreta que contiene los detalles más jugosos

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Axel querría saber por qué Kalman pensó que sería buena idea salir fuera para entrenar. Podía entenderle, al menos antes, ahora no.

Se habían encontrado por ahora con solo dos monstruos rondando cerca del Séptimo Círculo. Uno de ellos ni lo vio venir, pero tampoco es como si hiciese falta. Ahora comprendía el tamaño descomunal de las balas que adornaban el muslo de Carina Hill. Con solo un tiro directo en la boca a tanta distancia que Axel pensaría que el monstruo era un perro, le dejó fuera de combate en segundos. Esa arma que cargaba era similar a disparar pequeñas granadas.

El otro tuvo unos segundos más de vida antes de que Blake y Lexa centrasen su atención en él.

-Cuando estemos rodeados de monstruos y tengas que sacar tu espada, echarás de menos esta calma - comentó Eliza a su lado, parecía fastidiada con la idea de tener que luchar.

Apenas llevaban un día de viaje, ahora mismo sus rostros estaban cubiertos por una tela fina pero resistente que les protegía del polvo, atravesaban esa zona ventosa y desértica donde les habían encontrado el Séptimo Círculo una vez.

-No me pegues, pero aquí fue donde le clavé el cuchillo a tu novio - comentó Axel con gracia, ya como una anécdota similar a decir que "en ese árbol me tropecé".

-Si quieres mantener tu cara intacta, no me lo recuerdes - amenazó acercándose más la tela a los ojos enrojecidos, que comenzaban a picarle del polvo.

Ya no le tenía miedo a Eliza, quizás porque era con la que más había hablado desde que salieron del Séptimo Círculo y la chica realmente era encantadora. No paraba de hablar, de sacarle diferentes temas de conversación, algo que agradecía enormemente, era como Dean. Había una diferencia clara de sus principios fuera de Empíreo y ahora, habría necesitado a una sociable Eliza cuando solo había silencios sepulcrales que estresaban a Axel.

A eso había que añadirle que, si se pensó que, por darle un voto de confianza a Axel, Carina le hablaría más, estaba equivocado. Mucho. Indudablemente era la que menos hablaba, estaba concentrada en los alrededores hasta ahora que iban por un desierto donde solo había un cadáver de un monstruo, nada más. Sus pocas conversaciones iban dirigidas hacia Blake por algún tema de capitanía o para su mujer, nada más. Le recordaba a Jude, incluso a Lexa cuando les mentía sobre su identidad y tampoco les hablaba mucho.

-Para qué quiero luchar si tengo esto - sonrió Eliza refrenando el paso cuando vio a Carina y Lexa pararse un momento.

-¿Para qué es? - preguntó Axel al verla sacar una pequeña libreta con un lápiz metido entre las páginas.

-Para Dean, estoy apuntando los momentos que tengo que contarle, para que no se me olviden y no me deje ningún detalle.

Axel echó una ojeada mientras Eliza pasaba las páginas. Todo lo que veía era una letra propia de un libro antiguo muy cuidado y algunos dibujos de corazones.

-¿Por qué ha aparecido mi nombre ahí?

-Blake te dio la mano hace ocho horas, para subir una piedra, eres torpe - explicó como si fuese relevante.

Eliza le hizo una seña para que mantuviese silencio, algo que ahora le venía genial porque estaba levemente avergonzado recordándolo. No era nada malo ni sospechoso, pero el simple hecho de que lo consideren como algo para hablar, le avergonzaba.

Se puso justo a su lado, viéndola escribir mientras observa con atención a Carina colocarle la tela que les protegía la nariz y boca a Lexa. A veces notaba unos chillidos en susurro de Eliza de puro disfrute, como si viviese el momento.

-Le ha acariciado la cara, ¿verdad? - zarandeó su brazo pidiendo explicaciones. - Necesito saberlo, eso son dos corazones.

-Sí, lo ha hecho.

Danger: La FugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora