Un maloliente transportín de suicidas

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Esperaba pacientemente a que amaneciese. No había podido comer nada desde hace horas producto de los nervios. La sensación de salir de esa casa que cada vez se le hacía más pequeña le motivaba tanto como le asustaba. Durante toda la noche había estado mirando por la ventana sin ver a ningún monstruo por los alrededores, parecía que se escondían como si hubiesen sabido que no iban a quedarse un día más entre las robustas paredes.

El único que emitía algún sonido era Dean Makes, tarareando una canción pegadiza mientras volvía a cambiarle las vendas a Álvaro sobre el pecho. Técnicamente era ropa que habían encontrado, las vendas reales se les habían acabado, pero hacían la misma función. Axel esbozó una sonrisa que compartió el moreno al ver cómo algunas ya se habían cerrado y en comparación con el resto de días, no sangraba tanto. Estaba débil y aún no podía doblarse ni mover bien los brazos, pero ya no parecía estar a un suspiro de morir.

-Parezco una tortuga - salió Walker de la habitación con una mochila enorme a su espalda. - Voy a hacer el ridículo corriendo con esto.

-Pues no corras, así mientras te devoran nos das ventaja al resto - le respondió Lexa con un breve encogimiento de hombros.

A comparación de Axel, Jude era bastante bajo, por lo que la gran mochila que cargaba casi llegaba a ser la mitad de su cuerpo. Los únicos que podía considerar altos en el grupo eran Dean y él, lo que en vez de ser una ventaja, últimamente había aprendido que era una completa mala suerte; los monstruos tenían más terreno para morder y herir.

-Tenemos aún poco más de un cuarto de hora antes de que empiece a amanecer - murmuró Dean, - y nosotros a morir.

Se volvieron a dispersar por la casa, el único que tenía a la vista a parte de Álvaro a su lado, era a Jude, que quién sabe si por cuarta vez volvía a descolgarse la mochila y poner todo lo que cargaba sobre la mesa como si pudiese hallar una forma de llevarlo sin que pareciese una tortuga.

-Estás muy callado - dijo Álvaro haciendo que centrase su atención en él. - Y eso en ti es muy raro.

-Creo que si hablo, vomitaré - bromeó aunque aún sentía su estómago dando vueltas. - Estoy nervioso, quizás deberíamos salir otro día. Al menos hasta que te recuperes del todo.

-Estoy bien, hasta Dean se felicitó por lo bien que me ha curado - recordó con una pequeña risa.

-Pero sigues débil.

-No soy yo quien tiene los brazos casi a trozos, me sorprende que seas capaz de levantar la espada - Axel bufó ante su respuesta. - Si no llega a ser por mí, estarías sin cabeza. Así que... sí, yo cuido de ti y tú de mí. Me parece un buen cambio.

A Axel le había gustado su respuesta, pero no pudo sonreírle de vuelta y Álvaro pareció notarlo. Confiaba en Lexa y en el plan que habían armado, pero le era imposible no mostrarse preocupado, por más que intentase calmarse a sí mismo.

-Sigo diciendo que deberías esconderte - intentó por última vez convencer a su compañero. - Otro día nos ayudas, cuando estés mejor. Lo bueno de esto es que siempre vamos a tener otro día para enfrentarnos a esos monstruos repelentes.

-¿Y si muero hoy? ¿Aun escondiéndome? - Álvaro negó sin quitar la sonrisa. - Durante toda tu vida, larga o corta, vas a poder permitirte el lujo de perder el tiempo porque sabes que siempre hay un día más; cuando mueres solo quedan lo días de antes. - Hablaba con tanta fluidez que no parecía algo que hubiese pensado al momento, sino que le había ya dado varias vueltas. - Si muero hoy, necesito saber que para el tiempo que tuve, hice lo que pude.

-No vas a morir hoy.

-También puedes morir tú, es un ejemplo - bufó, - pero no lo hagas, al menos no hasta que te enseñe a tocar la flauta, me prometiste que lo harías.

Danger: La FugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora