Las tres opciones para ganarle a un monstruo

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Aún no le dejaban entrenar, no hasta que Bobby Gillan dijese que estaba totalmente recuperado, sobre todo de las heridas de sus brazos que ya estaban casi cerradas. Sabía que, en al menos uno de ellos, se le iba a quedar una gran y poco atractiva cicatriz. No era como Ethan Fuster, aquella marca que le dividía la cara sobre su ojo le daba un aspecto de chico malo que mantenía su atractivo. Axel se miraba su propio brazo y parecía que tenía un alíen a punto de abrirle la piel y salir de su escondite.

El único que había empezado a entrenar era Dean Makes, los dos días que llevaba había vuelto exhausto a la casa que compartían, pero prometiéndoles tanto a Jude como a él que el ejercicio iba a servir para conseguir verse tan guapo como Ethan Fuster. Jude le ignoró mientras Axel le motivaba a seguir, aunque por dentro deseaba ser él el que estuviese ya entrenando.

Jude se había atrincherado en la casa desde que había descubierto a su supuesto padre - y también el de Ivy Walker- ahí en el Séptimo Círculo. El que compartiesen apellido ya no era una coincidencia. Kalman había pedido que le diesen espacio, algo que a Axel le pareció buena idea, pero tampoco le gustó cómo ese hombre, el tal Joshua, tampoco hizo esfuerzo por entablar conversación con Jude.

Su amigo apenas les hablaba, la única que había conseguido sacarle más de tres palabras seguidas era Carina Hill. Se lo agradecía infinitamente, pero seguía asustándose al encontrársela, sentía que su vida era un hilo tensado sobre un cuchillo cada vez que le miraba.

Estaba de nuevo sentado en un lateral de la casa de Blake, se había convertido en su sitio predilecto para esperarla. Le daba vergüenza esperarla en cualquier otra parte, aún no se sentía cómodo dando un paseo por el Séptimo Círculo, no porque le mirasen raro, no tenía una razón aparente.

Quería ser como Dean. Le había visto varias veces pasar de un lado a otro, incluso saludando a varias personas que seguramente conocía gracias a los entrenamientos con Ethan Fuster. Esperaba poder coger esa confianza cuando llegase su momento en el equipo de Blake.

-Estoy pensando si darte una llave, o ponerte una silla aquí fuera - asomó Blake la cabeza por la ventana desde dentro de su casa. - Eres puntual.

-Me gusta serlo.

No, no era ni por asomo alguien puntual, es más, no recuerda llegar con tiempo a ningún entrenamiento con Roan, tampoco a las revisiones en la enfermería. Pero le gustaba aprovechar el tiempo con Blake, cada rato que pasaban juntos, por corto que fuese, Axel se sentía pleno. Podría decir que era su persona favorita en el Séptimo Círculo, le gustaba pensar que ya eran buenos amigos a pesar del poco tiempo que llevaban conociéndose.

Blake no tardó en salir, comenzando a caminar a su lado y Axel dejándose guiar por ella. Ivy ya le había hecho un extenso recorrido por el Séptimo Círculo, pero no sintió ganas de comentárselo a Blake por si ella iba a seguir como cada vez que se encontraban, seguir mostrándole su organización. Le gustaba mucho más que la ojiverde fuese su guía, ya sea por el simple hecho de escucharla hablar o porque siempre añadía alguna anécdota que le permitía conocerla mejor.

-¿Por qué lleva guantes? - comentó espantado Axel mirando a Carina sentada en una mesa, aparte de Lexa, estaba acompañada del perro robot. - Con el calor que hace.

Si no recordaba mal, era la misma mesa de picnic donde se había sentado en su tensa conversación con Kalman, cuando le reveló las desgracias que provocaba Empíreo. Ahora estaba ocupada por Carina que tenía un plato medio vacío delante suya mientras observaba a Lexa Hill  a su lado comer como si no hubiera mañana. Notaba contenta a la que fue su amiga, miraba la comida como si fuese su propia pareja mientras mantenía las piernas en el regazo de Carina a modo de cojín. Ahora sí podía decir que vivía bien.

Danger: La FugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora