Escaparse de la enfermería es una afición compartida

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Ya habían pasado cuatro días de la vuelta de Lexa, pero Blake lo seguía sintiendo como si cada día su mejor amiga acabase de volver. Era verla y sentir esa emoción del reencuentro, había recuperado a uno de los pilares de su vida.


Si volvía a escuchar a Ethan quejarse una vez más del polvo, le quitaría la tela que cubría casi toda su cara y le enterraría la cabeza en la tierra para que se quejase con razón. Si, podía quererle con toda su alma, tanto como un hermano de sangre, pero hay veces que le sacaba de quicio y sus quejas, eran una de esas cualidades que no aguantaba.

-Todos nos hemos enterado, Fuster ¡ya sé que hay polvo! - exclamó señalando a su alrededor. - Como vuelvas a...

-No creo que demos buena imagen si uno muere por fuego amigo - la interrumpió Hasan sujetándola del hombro.

-Hasan Osei, tú serás el siguiente como no me dejes arrancarle la cabeza.

-Me arriesgaré.

-He tenido suerte - celebró Ethan viendo un monstruo correr hacia ellos. - Uno más y rompo el empate.

Luchaban por el segundo puesto en la pequeña puja, el primero estaba a manos de Carina que les llevaba cinco monstruos de ventaja este mes. Escuchó la voz de alerta de Hasan Osei a su espalda, pidiéndoles precaución a ambos.

Blake comenzó a correr junto a Ethan, apretando el paso lo más que podía para ganar al que consideraba su hermano. Hacía mucho tiempo que les perdió el miedo a los monstruos, más no el respeto, sabía que la confianza desmedida podía jugarles una mala pasada, pero uno solo no era problema para ninguno. Lo único que debían hacer además de poner en práctica todo su entrenamiento, era pensar que, dentro de él, ya no existía una vida inocente, solo una víctima más de la falta de humanidad de Empíreo.

Vio a Ethan saltar cuando el monstruo abrió la boca, apoyando su espada en un lateral del hombro de la bestia para impulsarse y subir a su lomo. Blake aprovechó al verle inclinado tratando de atrapar a Ethan para deslizarse por la tierra, sacando una espada que tenía a su espalda y rasgando el abdomen del monstruo en el proceso.

Segundos después, se incorporó a unos metros junto a Ethan que volvía a colocarse la tela sobre la cabeza.

-Hace demasiado polvo ¿no te resulta molesto? - apoyó su espada en el cadáver del monstruo, limpiándose algunos restos de sangre negra. - Gané yo, murió gracias a mí.

-Le he atravesado el estómago de arriba a abajo.

-Luego de que yo le clavase mi espada en la nuca.

La tentación de volver a usar su arma, ahora contra su amigo, fue interrumpida por Hasan y varios de su equipo, acercándose con velocidad y asegurando que habían visto a un grupo aparte del suyo a lo lejos.

No era Carina, le tocaba entrenamiento y por más que a su amiga le gustase liberar tensiones matando a varios monstruos y reafirmando su primer puesto, no se saltaba sus obligaciones. Se escondieron entre las rocas en silencio. 

Se movieron tan rápido cuando los escucharon cerca de ellos que hasta le resultó impresionante el sigilo de sus compañeros. Reconoció un roído uniforme de Empíreo en un chico ojiazul, el primero en girarse tras alertar de su presencia al tener a Ethan apuntando con su arma la cabeza de otro rubio. Cualquier pregunta sobre cómo habían llegado a su territorio se quedó atascada en su garganta al ver a Lexa Hill frente a ella. El sonido del viento ocultaba su tartamudeo, sus manos temblaban de tal forma que pensó que se vendría abajo. Quería llorar del miedo al pensar que todo era un producto de su imaginación por el deseo de volver a ver a su mejor amiga.

Danger: La FugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora