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El rey Oropher había perdido la vida en el primer ataque, los príncipes pelearon, comandaron a la par los ejércitos

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El rey Oropher había perdido la vida en el primer ataque, los príncipes pelearon, comandaron a la par los ejércitos. Pero el rey y su hermana temían por su vida. Thraundil jamás volvió a ser el mismo, pues había visto los pesares de la guerra. Elentari no hallaba la forma de hacerlo volver en sí, pues solo se limitaba a atacar y ordenar los ataques. Angrod obedecía las órdenes de su Señor. La batalla había durado siete años, los hermanos quedaron rendidos por el cansancio y la tristeza, pues no había nada que los calmara. La princesa ordenó que se llevaran el cuerpo de su padre para rendirle los honores necesarios.

Los hermanos compartían carpa, en espera de sentirse mejor con la cercanía del otro, sabiendo que el dolor ahondaría en su corazón. Elentari hablaba a su hermano, mientras recuperaban fuerzas para emprender el viaje de regreso, que él aún tenía un pequeño rayo de luz entre tanta calamidad, pues tenía a la ahora reina Níniel, al príncipe Legolas y un reino que dependía de él. El rey recorrió a la princesa con la mirada, parecía que no se concentraba a propósito.

—¿Estás bien?

—Yo debería preguntarte lo mismo.

—Bien, como tu rey, te ordeno que me contestes.

—Nunca te he visto como mi rey, para mí eres el hermoso príncipe que nació, al igual que nuestro padre, en la Edad de los Arboles, aquel que me cuidó cuando perdimos a mamá y ha sabido guiarme— el rey le ayudaba a quitarse la armadura mientras limpiaba su cuerpo con un trapo húmedo—. No deberías rebajarte a un simple sirviente, puedo llamar a cualquiera de mis damas.

—¿No te gusta que te mime?

—Mi Señor, yo debería procurar estos cuidados en su persona.

—Quiero, por un momento, sentirme como el príncipe que creció a tu lado. No quiero ser rey, no ahora.

—Para mí seguirás siendo ese príncipe, ansioso por su poder, pero prudente, en espera de lograr mejores cosas para tu reino. ¿No es como pensabas hacía tantos soles?

—¿Cuál vestido prefieres?

—Ya sabes la respuesta— sonrió con ternura.

—Te ves hermosa con todos— la tomó de la mano para que se pusiera de pie—, aún es como pienso y planeo cumplirlo.

—Creo que deberíamos volver.

—¿Ya te repusiste de las heridas? Es un viaje largo.

—Cuento con que harás descansos prudentes para que revise mis heridas.

—Cuenta con ello—terminó de hacer el nudo en el corsé y besó su nuca.

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