*Basada en la saga cinematográfica de El Hobbit*
Elentari es la hermana menor de Thraundil, donde su vida se resumía en arbitrar las constantes discusiones entre el rey y su hijo, pues el menor yacía prendado de una arquera, los planes del padre era...
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—¿Por qué no me lo habías dicho?
—Ni siquiera lo sabía.
—Elentari...
—No te miento, apenas llevaba unas semanas.
—¿Era de...?
—Angrod, sí. Quería formar una familia con él, su esposa murió y él buscaba una figura materna para Tauriel. Yo... creí que podría hacerlo.
—Ven aquí— la abrazó para evitar que llorara—, lo que sientes, no es real. Solo es una ilusión por ese anhelo.
—¿Supiste lo que pasó?
—Te encontré a unos pasillos de tu cámara.
—¿Alguien te avisó?
—Mis sirvientes te llevarían otra bandeja de comida— la platinada lloraba en sus brazos y Thraundil derramó lágrimas silenciosas al saberla así—, ¿cómo te ayudo?
—Necesito venganza, del asesino de Angrod y de mi hijo.
—¿Acaso piensas que te lo voy a impedir?
—No sé, ¿lo intentarías? — lo encaró, se enderezó para que sus cabezas quedaran a la misma altura. Él la tomó por ambas mejillas.
—Sabes bien que no— le besó la frente. La princesa se quedó dormida en los brazos de su hermano, la acomodó en la cama y marchó de ahí para que intentara descansar y reponerse.
Níniel disfrutaba de una momentánea paz, se le dejaba pasear por palacio. Sabía que su cuñada seguía recluida en su alcoba a causa del aborto que le provocó. Seguro el rey lloraba por saber a su hermana así de herida. El príncipe revoloteaba a su alrededor, gustoso de por fin tener compañía, aunque no fuese tan atenta como la platinada. Cuando Legolas marchó de ahí, corrió lejos de su madre en espera de que lo alcanzara, ahí actuó Elentari, le rebanó la garganta sin que siquiera la viera venir.
Le sonrió mientras la acostaba, dejando el cuchillo en su anatomía, sabiendo que, si lo sacaba, su muerte sería pronta. Poco y nada le importaba mancharse de sangre, le había tenido bastante paciencia para que ella la pusiera a prueba a cada oportunidad, intentando igualarse a ella, cuando era claro que su estatus y linaje la hacían superior en todos los aspectos. Con lo que no contaba, era que su sobrino volvería a buscar a su progenitora. Le horrorizó la imagen de su tía envuelta en sangre y sin pena alguna por la pérdida.
