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Thorin le acarició y ella lo vio molesta, Bilbo volteaba la vista hacia atrás, pensando en los que se quedaron

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Thorin le acarició y ella lo vio molesta, Bilbo volteaba la vista hacia atrás, pensando en los que se quedaron. El rey solo tenía una aspiración. La reina bajó en segundo lugar, ayudada por el enano, inconscientemente iban de la mano, la guiaba en su andar, cuando corrió para apreciar el lugar, se soltaron para correr mejor. Thorin yacía desesperado por encontrar la puerta antes del atardecer que ignoró al hobbit y la orden que les dio el mago antes de emprender el viaje. La Compañía buscaba y la reina no sabía por dónde empezar, el rey no la dejaba alejarse mucho de su lado. Eso hasta que Bilbo llamó al ver unas escaleras.

—Tiene una vita muy aguda, señor Bolsón.

—Vamos, pequeño amigo.

—¿Pequeño?

—Soy mucho más vieja que tú.

—No se te nota.

—Podríamos hacer una competencia, aunque seguro ya sabemos en qué eres mejor que yo.

—Un día deberías ir a La Comarca.

—Iré con el estómago vacío.

—¿Has oído hablar del segundo desayuno?

—Sígueme— Thorin le volvió a extender la mano para subir juntos.

—La puerta oculta— suspiró Elentari.

—Dejen que aquellos que dudaban, se arrepientan este día— alzó la llave y la Compañía vitoreó.

Todos comenzaron a palpar la piedra en busca de la cerradura, el ojo que sería alumbrado con la última luz del Día de Durin. Los enanos comenzaban a desesperarse de no encontrar nada. Balin los llamó detenerse, pues no podría derribarse a la fuerza dad su magia poderosa. Thorin se molestó, leyó la inscripción y se decepcionó de haber fallado. Comenzaron a retirarse y el rey dejó caer la llave, el hobbit y la elfa no entendían por qué rendirse tan pronto cuando habían batallado tanto para llegar hasta ahí, cuando fácil podían volver el próximo año y volver a intentarlo.

—Las últimas luces.

—No dice nada del día o el sol— la elfa revisaba el mapa.

—Eso es— el hobbit volteó a ver la luna resplandeciente, una luz brillante se reflejó y el ojo de la cerradura se mostró ante ellos, se abrazaron y exclamaron de alegría—. ¡Regresen! — se asomó.

—Thorin, lo logramos— gritó Elentari—. Mi Rey, vuelva— también se asomó y pronto comenzó a buscar la llave, camuflada por la hierba seca.

—Mi Señora...

—Háganos los honores— besó sus manos antes de que el rey abriera la puerta. Elentari se paró a su lado y agachó la cabeza.

—Erebor.

—Su nación, Majestad.

—Conozco estos salones, estas paredes— entró al pasillo y ella comenzó a derramar lágrimas de alegría, lo que daría por recuperar así de fácil su hogar, su antigua Doriath—. Cámaras llenas de luz dorada.

—Lo recuerdo.

—"Aquí yace el Séptimo Reino del Pueblo de Durin, que el Corazón de la Montaña una a todos los enanos en defensa de su hogar".

—El Trono del Rey.

—¿Y qué es eso?

—La Piedra del Arca.

—¿Y qué es?

—Eso, señor Ladrón, es por lo que estás aquí.

—Lo harás bien, señor Bolsón— sonrió la reina luego de secar sus lágrimas, vio cómo Balin lo guiaba más adentro. Fue a sentarse en una de las rocas a la orilla—. Hey— el rey se sentó a su lado, ella no mostró miedo a caer, así que él tampoco—. ¿Estás bien?

—Lo estoy.

—Te rendiste muy pronto para mi gusto.

—Creo que fue muy precipitado.

—Lo fue— intentó no reírse.

—¿Y tú?

—Estoy orgullosa de ustedes— estrecharon sus manos, las de ella se veían finas entre las toscas y grandes de él, sintió sus mejillas sonrojarse ante el tacto y levantó ligeramente la mirada—. ¿Qué pasa? ¿Mi herida no ha sanado?

—Te ves bien.

—¿Entonces? — se soltó del agarre para acercarse un poco más. Thorin la tomó de la mejilla y la acercó lo suficiente para acortar la distancia entre los dos, ella lo sujetó de ambas mejillas mientras la abrazaba y por fin Balin pudo decir que eran su Rey y su Reina, poco a poco, Elentari dejaba de ser la Reina de Hielo, aquella que nació tras la derrota y la muerte de su padre.

ElentariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora