Gloin cayó nada más pasar hacia la armería, lo cual alertó a los guardias y pronto rodearon a los enanos, tanto fuera como dentro del recinto. La ciudad se levantó, se conglomeró frente a la casa del gobernador y se arman con antorchas y tridentes. Por lo que la reina dejó al enano herido atrás para tomar su espada y correr al encuentro de los enanos y tratar de abogar por ellos. Los escuchaba hablar de enemigos del Estado y agradeció que se proclamara a Thorin, hijo de Thrain, hijo de Thror. El pueblo se sorprendió ante aquello, pues tenían canciones los enanos de Erebor volverían para derrotar al dragón y darles parte de su oro.
—Hemos venido a reclamar nuestra tierra— dijo Escudo de Roble—. Recuerdo los viejos tiempos de este pueblo, flotas de botes cubrían el puerto, llenos de sedas y gemas finas. No era un pueblo olvidado en un lago, ¡era el centro de todo comercio en el Norte! Yo vería regresar esos días, ¡encendería de nuevo las grandes forjas de los enanos y enviraríamos lujos de nuevo desde los Salones de Erebor!
—¡Muerte! ¡Eso es lo que traerás! — pasó incluso de Elentari—. Fuego del dragón y ruina. Si despiertan a esa bestia, nos destruirá a todos.
—Pueden escuchar a este agorero, pero les prometo que, si lo logramos, todos nos beneficiaremos de la riqueza de la Montaña. ¡Tendrán suficiente oro para reconstruir Esgaroth una y otra vez!
—¿Por qué deberíamos creer lo que dices? No te conocemos de nada— ese Hombre comenzaba a molestar—. ¿Quién responde por ti?
—Yo— dijo la reina al avanzar, Escudo de Roble levantó la mano para sostener la de ella—. Yo respondo por él. Soy la reina del Bosque Negro, sé que, cuando se trata de un gobernante, su palabra es ley, ambos somos reyes, él fue despojado, pero ha jurado y por eso su palabra vale, porque todos estos enanos darían su vida para cumplir la voluntad de su Señor.
—¡Deben escucharme! ¿Han olvidado lo que le pasó al Valle? ¿Han olvidado a los que murieron en la tormenta de fuego? ¿Y todo por qué? Por la ambición ciega de un rey de la Montaña, tan corrompido por la codicia que no veía más allá de lo que ansiaba.
—No debemos precipitarnos en buscar culpables. No olvidemos que Girion, Señor del Valle, tu antepasado, quien no logró matar a la bestia— los reyes voltearon a ver a Bardo. El segundo al mando comenzó a recitar la historia para fastidiarlo, luego este avanzó hasta Thorin y la reina se puso en medio.
—No tienen derecho, ningún derecho a entrar en esa Montaña.
—Si alguien lo tiene, soy yo— se paró a su lado y entrelazaron sus manos—. Me dirijo al gobernador, ¿desean ver cumplida la Profecía? ¿Desean beneficiarse de la gran riqueza de nuestro pueblo?
—Yo te digo... ¡bienvenido!
El pueblo exclamó extasiado, nada aseguraba que el gobernador les daría la parte del botín que les fuera obsequiado. Elentari y Thorin lo sabían. Ofrecieron banquetes en su honor, hubo música y bailes, les regalaron guirnaldas, llenaron sus copas y una mesa solo para ellos: los enanos, el hobbit y la elfa. Bofur cantaba al ritmo de la música y ambos degustaban las delicias de los Hombres. Elentari parecía no verse afectada por el vino, ya que Bofur cayó rendido debajo de la mesa y la elfa lo acomodó para que nadie lo pisara o le hiciera alguna jugarreta. Kili se negó a recibir la medicina al alegar que estaba bien, él y su hermano se integraron a la fiesta un poco más tarde.
—¿Quieres bailar?
—¿Enserio sabes cómo se baila aquí? — sonrió la elfa.
—Algo podemos intentar.
Tomó su mano, la besó y se acercaron a la pista de baile, en la orilla al no ser tan conocedores. Siguieron tocando los instrumentos, la reina entregó su espada y capa a su joven amigo. Thorin sonrió al ver la alegría con que bailaba su pareja, ninguno sabía muy bien cómo desenvolverse, ya que no se tocaban las mismas canciones ente Enanos, Elfos y Hombres. Sin embargo, Thorin y Elentari hacían lo que podían. Era más alta que su pareja, así que ella lo hacía girar, con lo que despertó más risas entre los dos, él intentó darle una vuelta, por lo que se agachó, su cabeza tapó con el brazo y cayó de sentón.
—¿Estás bien?
—Eso fue divertido.
—No sabía que bailaras tan bien.
—No seas tonto, nunca me habías visto bailar.
—Cuando restauremos los salones de Erebor, podríamos hacer bailes cada semana.
—Entonces soy bienvenida.
—Siempre— la levantó de un tirón, era tan ligera, ella lo abrazó complacida y él le acarició el rostro.
—Ya deberíamos ir a descansar.
—Seguro, ¿nos vemos al alba?
—Claro, descansa— le rosó la mejilla con su mano pálida y subió al cuarto de las niñas.
***
—Nuestro número es más bajo, ¿y Bofur?
—No lo pude despertar.
—Si no está, se queda en tierra.
—No tenemos elección.
—Si queremos hallar la puerta a tiempo, no podemos sufrir más retrasos.
—Bien que lo disfrutaron, necesitamos un descanso de vez en cuando.
—Tú no— Thorin detuvo a su sobrino y la reina volteó a verlo.
—Debemos ir deprisa, tú nos alentarías.
—Déjame ir a curarlo y los alcanzamos.
—No, mi Señora, tenemos una misión y mi sobrino nos alcanzará.
—No es justo.
—Ahora no.
—Estaré ahí cuando se abra esa puerta y veamos los Salones de nuestros Antepasados.
—Kili, quédate aquí, descansa, te unirás cuando estés bien.
—Yo me quedo con él, mi deber está con el herido.
—Oye, hemos crecido con historias de la Montaña, que tú nos has contado, no puedes arrebatarle eso. Lo llevaré a cuestas.
—Algún día serás Rey y lo entenderás, no puedo arriesgar esta misión por el bien de un Enano, aunque sea de mi familia... Fili, no seas estúpido.
—Mi sitio está con mi hermano— la reina iba a salir, pero Thorin se negaba a soltarla, suspiró con pesadez, desde La Guerra de la Última Alianza y se negaba a usar la fuerza de nuevo.
—La flor debe estar en la mesa, solo debes machacar lo suficiente para crear una masa y ponerla sobre la herida.
—Gracias, mi Reina.
—Tú y yo lo hablaremos después, hay que abrir la puerta para que pueda volver a mi tierra.
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Elentari
Fanfiction*Basada en la saga cinematográfica de El Hobbit* Elentari es la hermana menor de Thraundil, donde su vida se resumía en arbitrar las constantes discusiones entre el rey y su hijo, pues el menor yacía prendado de una arquera, los planes del padre era...