22

143 12 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La Ciudad del Valle, sus mercados eran famosos con vinos y frutas en abundancia, pacífica y próspera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La Ciudad del Valle, sus mercados eran famosos con vinos y frutas en abundancia, pacífica y próspera. La ciudad estaba a las puertas del reino de Erebor. Dominio de Thror, rey bajo la montaña, el más poderoso de los señores enanos. Thror gobernaba con confianza, nada le preocupaba en ese momento porque su linaje estaba asegurado con las vidas de su hijo y de su nieto. Erebor, tallada en el interior de la montaña, la belleza de la ciudad fortaleza era legendaria, su riqueza estaba en la tierra, las gemas sacadas de las rocas y en grandes pepitas de oro, que recorrían la piedra como legión.

Los enanos tenían habilidades sinigual, fabricaban objetos de gran belleza, hechos de diamante, esmeralda, rubí y zafiro. Cavaban hacia la oscuridad, ahí es donde la encontraron. Corazón de la montaña: la piedra del arca. Thror la llamó la joya del rey, la tomó como una señal de que gobernaba por derecho divino. Todos debían mostrarle reverencia, incluso el Gran Rey Elfo, Thraundil. La reina Elentari se opuso a la visita, pues no le debía nada, cada uno era un rey en sus dominios, la reverencia no era algo que hiciera un rey. Sin embargo, el monarca nunca le dijo a su hermana por qué había ido.

A medida que crecía la riqueza de los enanos, se agotaba su buena voluntad. Nadie sabía exactamente qué empezó el distanciamiento. Los elfos dicen que los enanos les robaron su tesoro. Los enanos cuentan otra historia: ellos dicen que el rey elfo se negó a pagarles lo que les correspondía, sin saber que fue la reina la que se oponía a rendir pleitesía. ¿Cómo se rompían alianzas? Nunca existieron, en el corazón de los reyes aún quedaba cierto recelo porque fueron los enanos los encargados de la caída de Doritah, uno de sus hogares en antaño.

Lentamente los días se volvieron amargos y llegaron las noches de vigilia. El amor por el oro de Thror había crecido ferozmente, una enfermedad comenzó a crecer dentro de él, era una enfermedad mental y, si prosperaba, le seguirían cosas malas. Las cuales no tardaron en llegar: lo primero que oyeron fue un ruido, como un huracán bajado del Norte, los pinos de la montaña crujieron y se rajaron en el viento caliente y seco. Era un dragón de fuego del Norte. Smaug había llegado.

Ese día fueron a la muerte sin sentido, pero esta ciudad de hombres no fue nada para Smaug. Tenía la mirada puesta en otro premio. Los dragones codician el oro con un deseo siniestro y atroz. ¡No! Erebor dejó de existir, ya que un dragón cuidará su botín mientras viva. Los reyes montaban sus majestuosos alces, los cuales eran pareja, ella tenía al macho y él a la hembra, adquirieron a las crías cuando apenas nacieron; cada uno con su corona de hojas y a la cabeza de su ejército, pero fue la reina quien alzó la mano para que se detuviesen. El nieto del rey los llamaba y fue Thraundil quien decidió encararlo, no arriesgaría la vida de los suyos contra la furia del dragón.

Los elfos no vinieron en su ayuda, ese día o ningún día desde entonces. Con su tierra robada, los enanos de Erebor vagaron por tierras salvajes, un pueblo tan poderoso fue derrotado. El joven príncipe enano aceptó trabajo donde pudo hallarlo laborando en las aldeas de los hombres. Siempre recordó el humo de la montaña debajo de la luna y los árboles como antorchas brillantes. Había visto el fuego de dragón en el cielo y una ciudad convertida en cenizas. Nunca perdonó y nunca olvidó.

ElentariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora