Parte 6

33 4 3
                                    

Habían pasado ya dos semanas desde que regresamos de París, y para ser honestos el compromiso no era el único motivo por el cual habíamos decidimos volver; yo tenia que cursar el último semestre de la carrera aquí en Corea, y Jungkook había recibido una invitación para exponer sus obras en una galería muy importante aquí en el país, y era una oportunidad que no podíamos dejar pasar, por lo que la mejor decisión para ambos era regresar.

Desde antes de nuestro regreso la Señora Min había insistido en que nos quedáramos en su casa, de esa manera ella y yo podíamos conocernos un poco más antes de la boda y yo también pensé que sería una excelente idea, además de que al parecer el quedarnos en casa de los Min no era ningún problema para ellos ya que la casa era enorme, contaba con varias habitaciones todas bellamente decoradas,también tenía un enorme jardín con varios arbustos llenos de flores, una sala muy grande en la cual podía practicar  por las tardes, o por las noches dependiendo de mi ánimo, pero mi parte favorita de toda la casa era la gran piscina donde me gustaba pasar tiempo,  y es que desde que llegamos Jungkook se la pasaba en la galería preparando los detalles para su exposicion así que en realidad no habíamos tenido muchos momentos juntos.

El día de hoy era sábado en la tarde, los señores Min habían salido de viaje desde hace unos días y la mayoría de los trabajadores habían salido a su descanso, entonces como estaba completamente solo decidí que era el día perfecto para hacer una cena romántica y poder pasar un poco de tiempo a solas con mi kookie, así que me puse manos a la obra y comencé mandándole un mensaje para pedirle que regresara un poco antes solo por el día de hoy.

Kookie ❤️

Se que haz estado trabajando mucho
así que pensé en preparar
una cena muy especial para compensarte
Una noche  solo para ti y para mi

Besos tu jiminshii~~😘😘


Y es que la verdad era que en Paris pasábamos casi todo el día juntos, así que lo extrañaba mucho, extrañaba platicar con él, contarle sobre lo que había hecho durante el día, extrañaba sus caricias, y sus besos robados, incluso creo que extrañaba sus bromas pesadas, así que esta cena iba a ser una buena oportunidad de pasar tiempo juntos antes de que yo regrese a la escuela y él siga con su exposición.

Había comenzado desde temprano a cocinar y había terminado con casi todo lo de la cena pero aún sentía que me hacía falta algo.

— El postre— me dije a mi mismo

Si eso era lo que necesitaba, algo para el postre, así que pensé en hacer waffles, se que era algo raro para una cena pero eso fue lo que comimos la primera vez que salimos juntos así que pensé que sería un lindo detalle, tenía ya casi todo para prepararlos, pero me faltaba un poco de sabor para darle un toque extra, vi el frasco de vainilla y pensé que era exactamente lo que necesitaba, pero el frasco se encontraba en la parte más alta de la alacena; y era cuando recordaba que la altura no era una de mi virtudes, entonces me subí las mangas de mi camisa y me paré de puntitas para intentar tomar el frasco pero aún así no lograba tocarlo, estaba tan concentrado en mi lucha para tomar la vainilla que ni siquiera noté que alguien había entrado en la cocina, al menos no hasta que se paró justo detrás de mi, fue entonces que también percibí un suave suspiro sobre mi cuello, este provocó una sensación cálida que recorría toda mi espalda, y por algún motivo esa simple acción hizo que me paralizara, no me podía mover pero ¿porque?, entonces fue que lo reconocí, ese aroma a roble y tierra mojada, mi cabeza no había asimilado la presencia de ese aroma hasta que vi la mano de alguien tomar el frasco, entonces sin pensarlo volteé rápidamente para quedar de frente a él, frente al mayor de los hermanos Min.

—¿Esto es lo que buscabas pequeño?— dijo el mayor con una voz coquetamente aspera al mismo tiempo que formaba una media sonrisa con sus finos labios, y en este momento lo único en lo que podía pensar  era que estaba cerca, demasiado cerca de mi, y lo más extraño de todo era que ni a mi, ni a mi lobo nos molestaba.

Mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora