Capitulo 33.

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Capitulo 33:

Elizabeth ya está más tranquila, su cabeza reposa en mi regazo mientras intenta encontrar consuelo en mis palabras. La sostengo con ternura, recordándole que estamos juntas en este momento de dificultad.

-Estoy aquí para ti, Liz. Somos amigas y siempre estaremos aquí la una para la otra. Juntas superaremos cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino -le reafirmo con determinación, transmitiéndole mi apoyo incondicional.

Las lágrimas siguen brotando de los ojos de Elizabeth mientras busca respuestas y desahogo en medio de su dolor. Su voz es un susurro entrecortado por el llanto.

-No entiendo, Tamara. Hace una semana estábamos tan felices, me dijo que terminaría todo y hoy me visita para decirme que se acabó y que dará una segunda oportunidad a su esposa. ¿Cómo puede cambiar así de repente? Me siento engañada y humillada -expresa con rabia y confusión, levantándose y sentándose frente a mí, con las lágrimas deslizándose por sus mejillas. Su autorreproche se mezcla con la frustración.- Soy una tonta una pendeja.- escupe furiosa

La miro con compasión, comprendiendo el torbellino de emociones que la embarga en este momento tan doloroso. Me acerco a ella y le limpio suavemente las lágrimas con mis manos.

-Liz, no te castigues de esa manera. Eres una mujer que se enamoró de la persona equivocada, y cuando estamos enamorados, a menudo tendemos a cerrar los ojos ante lo negativo y nos aferramos a lo que queremos ver. Es parte de nuestro aprendizaje, cariño, no debes llamarte estúpida o pendeja -le digo con dulzura, buscando calmar su autodesprecio.

La abrazo con fuerza, transmitiéndole mi apoyo y comprensión.

-Tú mereces amor y felicidad, y aunque ahora pueda parecer difícil de creer, esto es solo una parte del camino. Estoy aquí para ti, y juntas encontraremos la fuerza y el coraje para superar esto. No estás sola, Liz, te lo dije cuando nos conocimos, jamás estarás sola mientras esté a tu lado cariño. -le aseguro con convicción, sosteniendo su mirada con compasión.

Elizabeth se queda en silencio por un momento, absorbida en sus pensamientos y emociones. Poco a poco, su respiración se vuelve más calmada y su expresión muestra una determinación renovada.

-Gracias, Tam. No sé qué haría sin ti -dice con gratitud y vulnerabilidad, reconociendo el valor de nuestra amistad en medio de la tormenta.

Sonrío suavemente y le acaricio el rostro con ternura.

-Estoy aquí para ti, Elizabeth. No importa lo que enfrentemos, siempre encontrarás apoyo y amor en mí.- ella me abraza con fuerza para luego alejarse,

-Eres como la hermana que siempre deseé tener -dice Liz con una expresión de ternura en su rostro, formando un pequeño puchero. Yo sonrío, sintiéndome agradecida por tener a alguien tan especial a mi lado.

-Y tú eres exactamente lo mismo para mí, esa hermana que siempre anhelé -le respondo con cariño, consciente de que solo tengo un hermano, Dayker, quien está en Chicago construyendo su propia vida como abogado junto a papá. Lamentablemente no somos una familia muy unida desde la muerte de mamá, y llevo más de cuatro años sin tener ningún tipo de contacto con ellos. Pero Liz ha ocupado un lugar tan importante en mi corazón que siento que ha llenado ese vacío que nunca supe que tenía.

Liz me dedica una sonrisa reconfortante mientras seca sus lágrimas.

-Ahora cuéntame, ¿qué demonios estaba pasando entre tú y el señor Stone? Parecía como si estuvieran discutiendo cuando entré, o algo más profundo. -me cuestiona con una ceja levantada.

Permanezco en silencio, mirándola, mientras rasco el puente de mi nariz, intentando encontrar las palabras adecuadas.

-El señor Stone... -murmuro, dejando escapar una sonrisa- Estuvo a punto de besarme, Liz. Se acercó tanto, robándome el aliento, pero no lo hizo. Dice que no es el hombre ideal para mí, que carga con sus propios demonios, su pasado y que podría arrastrarme a un lugar donde tocaría fondo -expreso con suavidad, explicándole lo ocurrido. Liz frunce los labios en un gesto de comprensión.

-Eso suena profundo -murmura Liz, pero luego sonríe-. Pero entonces, ¿querías besarlo? Es decir, si te gusta... -dice emocionada y no puedo evitar sonreír. -. Lo sabía, sabía que te gustaba. Siempre te han atraído los desafíos, las auras oscuras y peligrosas. Eres de las que se adentra en esos mundos peligrosos sin importar cuánto vayas a sufrir. Yo pensaba que podría ser como tú, y me enamoré, amo a Alexander. Él es el amor de mi vida. -añade, haciendo un puchero.

-Pero son caminos peligrosos, Liz, y fuimos advertidas desde el principio. -continúo mirando la luna desde el balcón, tratando de poner en palabras la razón detrás de mis acciones y sentimientos.

-¿Qué crees que pase entre el señor Stone y tú? -pregunta, buscando respuestas.

-No lo sé, tal vez nunca pase nada, y simplemente lo dejemos así. Creo que es lo mejor... -respondo con sinceridad, tratando de aceptar la realidad de la situación.

-Te lo dije, soy bruja, sabía que terminarías en una historia de amor hacia el magnate malo. -dice Liz riendo.

Ambas reímos a carcajadas y luego quedamos en silencio por un momento.

-Tuvimos una conversación hace unos días de la que no te he hablado. -la miro y le explico lo que sucedió con James en la oficina. Liz se muestra sorprendida.

-Entonces, ¿tiene problemas graves con su papá? -pregunta-. Pero, ¿qué problemas graves podrían tener personas millonarias? Vamos, el dinero supuestamente trae felicidad. -exclama, levantando los brazos. Elizabeth-. Si yo tuviera la cuenta bancaria del señor Stone, estaría llorando contigo en un yate lujoso en las costas de Italia, vistiendo la mejor ropa de diseñadores. -ambas estallamos en carcajadas y yo ruedo los ojos.

-No lo sé, a veces esas personas son las que más sufren en silencio, creyendo erróneamente que el dinero llena todos los vacíos de nuestras vidas. -explico, tratando de hasta yo misma entender.

-Y sabe el por qué intentaste... -Liz se queda en silencio, mirándome fijamente.

-Puedes decirlo, no hay problema. -respondo con una sonrisa en mis labios, preparada para abordar el tema delicado que ella quiere plantear.

-¿Sabe el por qué intentaste quitarte la vida y la historia de tu familia? -pregunta con cautela, su mirada llena de curiosidad y preocupación.

Niego con la cabeza lentamente, dejando escapar un suspiro.

-Creo que eso todavía es algo demasiado personal para compartir con un magnate que solo quiere llevarme a la cama y divertirse haciéndose el interesante. -me encogí de hombros, intentando restarle importancia-Pero tal vez algún día pueda contártelo.

Liz asiente comprensivamente, respetando mi decisión y mostrando su apoyo silencioso, me levanto del sofá y camino hasta la cocina.

-Entonces, ¿malteadas de chocolate? -digo una vez estoy en la cocina.

-Malteada de choco por favor.- contesta Liz encendiéndo la televisión en busca de algo que ver-. Voy a llamar a Logan.

-Él está de turno hoy en el club, me dijo que saldrá tarde -respondo desde la cocina mientras preparo las malteadas. Observo mi celular esperando ver un mensaje de James, pero no hay nada y sé que no lo habrá.

Continuamos nuestra conversación en medio de risas y complicidad, disfrutando de nuestra noche de chicas nostálgica, yo sirvo las malteadas y nos reunimos frente al televisor. La vida parece más liviana en ese momento, y aunque las preocupaciones siguen estando presentes, nos apoyamos mutuamente.

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MC | Sr.Stone (18+) María Del Mar  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora