Sollozo

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De inmediato emanaron lágrimas de los ojos del despojado de la vista. Se quebró de repente frente a mí.
—No sé porque te conté a tí eso. No sé que eres. Y porqué te escucho en mi cabeza en lugar de oír tu voz. ¿Acaso me estoy volviendo loco? —vociferó agarrándose los cabellos y lágrimas descendían por sus mejillas—. Aparte de ciego, me convierto en loco.

No toleraba ese ruido. Quería que se callara. No se me ocurrió una mejor manera de callarle con esa mentira tan extraña.
—No es eso. Soy Artemisa. La diosa de la caza. Por eso puedes oír mi voz en tu cabeza.

Al mencionar el nombre de la diosa, el joven se postró ante mí. Ya no lloraba desgarradoramente pero las lágrimas continuaban descendiendo por sus pómulos.
—No soy digo de estar en su presencia. ¡Oh poderosa y valiente Artemisa! Me disculpo por molestarla.

Traté de ocultar mi creciente molestia. No lo toque más. Mi fachada podría desmoronarse si lo volvía a tocar y sentía mi cuerpo de serpiente. Me mantuve a unos palmos lejos de él oyendo sus alabanzas a mí, o a quien él creía hablar.
—No es necesario tanto respeto. Solo buscaba a alguien con quien charlar y compartir. Estaba algo aburrida de... cazar —menuda idea tuve para sacármela de encima.

—Estaré con usted todo el tiempo que desee.

Como ansiaba que dijera eso. Por fin, ya no me sentiría sola en la inmensidad de dicha caverna.

5. Los ojos de la muerte [BG #5] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora