Dead!

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Gerard Way contemplaba el recorrido de las gotas en silencio. Iba una tras una en una secuencia absurda dentro del dosificador otorgado por su médico.

Él sabía que era débil. Más que saberlo, lo sentía. Podía describir un constante sentimiento abrumador que lo invadia en cada hueso de su cuerpo, evidenciado con una abismal facilidad en esos leves movimientos que provocaban un gemido involuntario de dolor desde lo más profundo de su garganta.

Era vivir con el tipo de fatiga que no te permite levantarte de tu propia cama, dejándote convaleciente todo el día con evidentes signos de enfermedad reflejados en tu rostro, logrando así preocupar a toda tu familia. Familia que ingresará a tu habitación preguntando por tu salud cada quince minutos con el anhelo de que la próxima vez te encuentres mejor... Es una esperanza vacía y sin razón, de hecho, ya todos saben que últimamente tienes recaídas graves, de esas que te envían directo a un hospital.

Decidió mantener su cabello y evitar llegar al extremo de raparlo (sabía que ya no valía la pena), por ello sólo lo cortó un poco y se lo tinturó de blanco. Él mismo sabía que en realidad ya era demasiado tarde, el cáncer estaba en etapa IV y se había distribuido por todo su cuerpo sin dar alarmas; nunca tuvo oportunidad de darse cuenta. No tenía salvación.

Se "hospedaba" en una pequeña habitación del hospital más económico de la ciudad debido a su última recaída. No sabía la razón por la cual lo seguían cuidando si su destino sería el fin de su vida, esta era ya la cuarta vez que lo ingresaban en ese hospital y mantenerse en un sitio como estos, en un país como lo es Estados Unidos, era solo un derroche de dinero.

Le habría gustado haber disfrutado un poco más de sus días, haber acompañado más a Michael a la universidad en vez de decidir asistir a la maldita tienda de comics donde lo mantuvieron trabajando como a un conejillo de indias desde hacía pocos —pero largos— años atrás.

El peliblanco nunca fue en su totalidad feliz, incluso antes del cáncer. Belleville era una ciudad muy pequeña pero eso no quitaba que fuese peligrosa, motivo por el cual debías tener cuidado con cada persona con la que te relacionabas o podías terminar muy mal. Cuando estaba aburrido le gustaba fantasear universos en su mente; aún lo hacía de hecho. Fingía que todo era un sueño, fingía que no moriría en los próximos meses, fingía que...

Sus pensamientos fueron cortados por su "enemigo número uno". El sol empezó a posarse sobre su rostro (cosa que no era de su agrado), sabía de antemano que gracias a los acontecimientos recientes levantarse sería un proceso difícil y doloroso, por lo que posó uno de sus brazos sobre su rostro para cubrirse de la bola de gas quemándose a años luz y con su otra mano presionó "el botón de llamado de enfermeras".

Quién entró fue un chico de complexión atlética y alta estatura. Lo primero que hizo al verlo fue preguntar por su salud, pero este no respondió de inmediato. No podía, llevaba tiempo sin hablar con alguien, su hermano menor no había podido ir al hospital en días por los exámenes de la universidad... Y ella no había hecho presencia desde que lo hospitalizaron... Extrañaba a ambos.

Cuando refrescó su garganta, bajó su brazo y soltó con voz carrasposa: "La luz".

Son palabras sacadas de una película de vampiros (algo curioso teniendo en cuenta que en su momento el peliblanco llegó a tener una obsesión con ellos, al punto que se llegó a teñir el cabello de negro para resaltar su palidez y lucir como uno). Era una cualidad que poseía como artista, se reflejaba a sí mismo en diversos personajes con una capacidad inimaginable, transformándose sólo con un tinte nuevo para su pelo. En este caso era blanco; sin embargo, esta vez era diferente: no había personaje, era el inmundo él mismo.

Cuando el enfermero cerró la ventana, Gerard no pudo evitar desviar sus ojos hacia los delgados brazos del auxiliar. Pese a la distancia, podía notar que aunque fuesen delgados eran firmes, lo suficiente para soportar por sí mismo el peso de un paciente por toda la sala de urgencias. Cuando se giró para verlo, el artista tomó su tiempo para observar su rostro y tratar de memorizar sus facciones... En definitiva era un hombre muy guapo, era...

THE ENDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora