I Don't Love You

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La presión de unos nudillos contra la entrada provocaron que abriese sus ojos. Era su nuevo despertar en el mundo de la desdicha.

Trataba de terminar de librarse de su monocromático sueño mientras se desperezaba pensando en quien podría encontrarse del otro lado de la puerta.

Desde hace tres días no recibía visitas más que de las enfermeras, quienes claramente no estaban tan interesadas por la intimidad del peliblanco ya que no le daban mucha importancia a algo tan mundano como tocar la puerta. Por lo que suponía que debía ser Ray, aunque era extraño que llegase tan temprano. Usualmente el rizado lo visitaba por las tardes para tratar de meterse en su cabeza, preguntarle cosas que no quería recordar, y contarle historias sobre Teddy.

La otra opción, es que tras la puerta estuviese el radiante Adam, ya que era el enfermero de turno de la semana... Extrañaba a Evan, era más serio y lo dejaba en paz.

Entonces se giró en su cama y se cubrió con la sábana a sabiendas de que quien sea que estuviese allí, iba a entrar de todas formas.

Escuchó nuevamente sus persistentes nudillos golpeando la puerta y luego de un largo momento en silencio finalmente se abrió. El peliblanco fingió estar dormido mientras escuchaba los pasos, que venían acompañados de otra persona, quien creía era una enfermera.

—Te será difícil acoplarte a la habitación, tu acompañante puede ser un poco cascarrabias y por eso está solo, pero como ya te mencioné el hospital está totalmemte lleno, espero que no te moleste mucho... Y ya sabes, cualquier cosa...

—... llamaré al botón de enfermería, no se preocupe doctor Armstrong, soy alguien con mucha paciencia.

Su voz.

Gerard de inmediato entreabrio uno de sus ojos en busca del portador de aquella voz. Se encontraba a espaldas de él, en su propia cama.

La puerta de la habitación se cerró, determinando que Billie no se encontraba en la habitación, por lo que decidió arriesgarse a abrir un poco más sus ojos, conocía esa voz.

Sus facciones de perfil al acostarse en su camilla fueron la gota que colmaba el vaso para el peliblanco. El cabello realmente puede cambiar la percepción que se tiene hacia alguien, pero a Gerard le era imposible olvidar ese rostro, la forma de sus cejas o la ubicación de cada uno de sus piercings y tatuajes.

"No debe estar aquí"

Fue su primer pensamiento. Pero se lo guardó para si mismo.

Por un momento se sintió de nuevo corriendo a través del viento y la lluvia, las gotas inundando totalmente su cuerpo hasta dejarlo mojado hasta los pies.

Gruñó molesto y se giró de forma brusca, lastimando un poco su canalización y haciéndole lanzar un gemido de dolor.

Su reacción inmediata fue presionar el botón de las enfermeras, y revisar que había ocurrido.

Todo esto, sin darse cuenta, que unos ojos castaños lo observaban desde el otro lugar de la habitación.

—¿Arthur? ¿Eres tú?

La punzada en su mano se redujo a cero en el segundo en que escuchó su nombre de aquellos labios pequeños.

—¿Quién demonios es Arthur?

La expresión de confusión del castaño se hizo notoria de inmediato, e iba a replicar, el peliblanco lo notó de inmediato, pero fue salvado en el momento en que Lazzara entró a inspeccionar la razón por la que habían llamado a enfermería y procedió a curar y volver a aplicarle el cateter a Gerard.

THE ENDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora