Sleep

56 8 17
                                    

Sus pasos resonaban en un golpeteo veloz por aquella calle, parecían denotar seguridad sobre el lugar al que se dirigía, sin embargo, para Gerard era imposible reconocer el más mínimo edificio en todo su alrededor. Conforme fue dejando atrás la marcha tuvo la oportunidad de enfrascarse en los detalles de las calles, y se había hecho una idea de la clase de sitio en el que se encontraba.

La ciudad estaba vacía y totalmente desolada. Algo terrible había ocurrido en aquel lugar, podía observar que en un pasado quizá había transcurrido el caos.

Muchos edificios se encontraban reducidos en ruinas, mientras que otros se habían deformado tanto que le parecía imposible verlos en pie con tan sólo sus mil aristas desmoronadas que parecían tratar de sujetarlos.

Y pese a que se encontraba en un lugar destruido con miles de posibilidades de morir en cada uno de sus pasos, aquello no era lo que lo mantenía en estado de alerta. Tenía la sensación de que alguien lo observaba desde el momento en que huyó del hospital con su pareja hasta haberse perdido por completo en la devastada ciudad. Y esto era la mirada de alguien con el poder del universo en sus manos, ya que la sensación del peso que otorgaba era suficiente para preocuparle más aún que las inestables estructuras de su alrededor.

Cielo, salvanos.

Entonces se sentía pequeño, como la primera vez que estuvo allí cuatro días atrás, perdido en aquel monocromático lugar. Por un momento su mente idealizó volver al punto de partida, pero sabía que no encontraría nada. Gracias a la devastación el hospital se redujo en ruinas, y ya no quedaba nada de aquella habitación que compartió durante los últimos días con el amor de su vida.

Recordó con claridad el momento de la huida del hospital, estuvieron juntos durante toda la mañana y en ese momento no se sentía tan desorientado, pero en cuanto el lugar fue sacudido por segunda vez cada uno optó por un camino distinto para escapar y olvidaron que se encontraban juntos, separándose sin desearlo. Desde entonces se encontraba solo.

Bueno, quizá no del todo.

Pero las personas que se había encontrado tiempo atrás en la marcha no parecían ser personas, recordó levemente lo que sintió al pasar por allí y observar lo estáticos que estaban. No había movimiento alguno, no habían voces, era una población de personas en pausa. Lo que más lo alteraba de la situación era la falta de sonido, para ese punto solo podía escuchar su propia respiración agitada y sus zapatos golpeando la acera...

Se empezaba a sentir cansado, el sol se había escondido horas antes y su alma le pedía buscar un espacio para detenerse, sus huesos no podrían soportar más tiempo caminando en aquella maldita ciudad.

Pero ni sus más profundos anhelos harían que se detuviera, y mucho menos con la sensación de que quien sea que lo estuviese observando ya estaba mucho más cerca de él.

No podía permitirse dormir, al menos no pronto.

Tuvo que agacharse bajo una viga para ver el final de aquella manzana, había una intersección y no sabía muy bien si quizá debía seguir caminando derecho o dar una vuelta por alguno de los edificios de la carretera.

Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos en cuanto se acercó al borde de la cuadra.

De la intersección salió la mujer alta y esbelta que llevaba el antiguo vestido gótico y una mascarilla de gas.

"Huye"

Aunque no se le viese la cara, Gerard sabía que lo observaba con profundidad, por lo que este trató de retroceder pero un filamento de la pared junto a él se introdujo en su mano izquierda.

En cuanto se incrustó, sintió un intenso dolor surgir de su mano y extenderse por su brazo con rapidez, en un primer instante le dejó pasmado, pero al ver la sangre brotando de la herida, decidió reaccionar y levantar su vista para encarar finalmente a la desconocida.

THE ENDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora