Mama

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—Gerard, antes de terminar la sesión de hoy... Tengo la necesidad de decirte lo orgulloso que estoy por todo el esfuerzo que has realizado los últimos días —murmuró caminando hacia el peliblanco en confianza—. La primera vez que entré a esta habitación tenías una visión tan distorsionada de la realidad que pensaba que sería imposible ayudarte.

—¿Cómo va a ser imposible? Mi abuelita siempre ha buscado lo mejor para mi. Toro, deja la cursilería —respondió Gerard con un ligero gesto de alegría. Era un cambio real aunque hubiese sido en tan poco tiempo, sentía que en los últimos 4 días había pasado por un proceso de transformación con el cual había dejado de ser tan idiota... al menos en las visitas de Ray.

Parte de esa transformación tenía nombre y apellido, Frank Iero. Sin embargo, aquello aún seguía siendo algo complicado para el peliblanco.

—De hecho aún no me he graduado —respondió el rizado dejando sin palabras al artista, nunca lo habría imaginado... Aunque en realidad jamás había ido al psicólogo, por lo cual era difícil hacer una comparación.

—De todas formas eres el mejor ante los ojos de Helen. Además has tenido ayuda en mi mejora...

—Es verdad, y agradezco tu confianza para hablarme de él.

El peliblanco se encogió de hombros y decidió tratar de cambiar el tema. La confianza era un don que en el pasado no tenía, pero con Frank a su lado se sentía tan bien de poder ser él mismo—Hoy cité a mi madre para decirle.

Entonces Ray le devolvió una mirada preocupada.

—¿Estás seguro?

—Creo que... quizá siempre he sido así Ray, y no tiene caso que ella siga teniendo una imagen errónea mía.

El rizado suspiró y se sentó junto a él en la camilla.

—Sabes que si ocurre algo puedes llamarme de inmediato, creo que lo mejor sería presentarle primero a Frank y esperar al momento adecuado...

—El momento adecuado no existe Ray —interrumpió el artista—. Moriré pronto, no tiene caso esperar por su aprobación... de todas formas no quiero su aprobación, solo quiero que lo sepa.

Entonces el psicólogo le entregó una sonrisa sincera y asintió.

—Si es lo que tu corazón desea está bien, si necesitas algo sabes que mi número está...

—En la última hoja del cuaderno de escritos.

—¡Muy bien! —dijo levantándose de la cama con un brinco— Nos vemos mañana Gee, ¡sí necesitas algo no dudes en llamar!

Entonces salió con alegría por la puerta de aquella habitación al tiempo en el que Frank ingresaba por ella alegando que no le gustaba tener que salir de la comodidad de su cama por las visitas de Ray. Todo esto era en broma, Gerard lo sabía, entonces mientras el castaño trataba de entablar una conversación para distraerle, el artista podía sentir la ansiedad empezando a prepararse por lo que ocurriría un par de horas después.

Si eres una persona con una estabilidad mental decente, sabrías que el silencio es una oportunidad para meditar y ser consciente de lo hermosa que es la vida.

Gerard —por supuesto— escuchaba los temores de su cabeza salir adelante con cada segundo transcurrido, sentía que había empezado a hacer lo correcto, pero al mismo tiempo su inconsciente le recordaba aquellos versos en que se dice que era impuro.

Suspiró cerrando el libro entre sus manos. Lamentaba haber tenido que sacar al guitarrista de la habitación, no quería que su madre lo viese allí cuando le estuviese narrando lo ocurrido. Se sentó para acercar su taza de café, y en ese momento la puerta de su habitación se abrió con un estrépito.

THE ENDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora