DH|| 🔥🏹
Sage Sinclair firmó su sentencia de muerte cuando se convirtió en la vencedora de los juegos 69°.
Ser mentora no era algo que ella deseara, tampoco ver morir año con año a sus tributos.
En los juegos 74° la esperanza llegó tocando la puer...
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COSECHA
En la aldea de los vencedores del distrito doce, en las únicas dos casas habitadas se podía escuchar los gritos en la habitación principal.
Sage se despertó tras haber tenido nuevamente una pesadilla, la pesadilla.
Cada año era lo mismo en esas fechas, ella sabía que los juegos se acercaban cuando su subconsciente le jugaba mal, recordándole como fue que terminó ganando los juegos. Tomó una bata de su dormitorio saliendo del mismo.
El vacío en la casa lograba que la joven Sinclair escuchara sus pisadas al bajar por los escalones de madera, cuando recién había llegado a esa casa le asustaba, pero con el tiempo se acostumbró a la calidez que la soledad le brindaba.
Al llegar al pequeño despacho se sentó cerca del teléfono marcando uno de los números que siempre le respondían.
— ¿Qué sucede grillito? — preguntó Finnick Odair desde el otro lado de la línea.
Su voz adormilada le hizo saber a Sage que lo había despertado.
— ¿Seguías dormido, Odair? — Sage respondió con otra pregunta.
— Sabias que es malo responder a una pregunta con otra pregunta, señorita Sinclair.
Sage dejó escapar una risa, Finnick lograba calmarla en sus días de pesadillas y ella estaba agradecida por eso.
— Déjame adivinar, una pesadilla, ¿verdad? — el silencio por parte de Sage le dio la afirmación que Finnick necesitaba. — Son pesadillas, Sage, estás a salvo conmigo.
Los dos sabían que podrían estar escuchando su conversación e intentaban cuidar las palabras que decían.
— Los juegos se acercan, es un recordatorio.
— Hoy es la cosecha, Sage — ella lo sabía, sabía que ese sería el día donde nuevamente tendría que volver al Capitolio.
— Lo sé, Finnick, lo sé — respondió ella casi en un susurro. — Te veré en el Capitolio.
— Nos vemos grillito.
Sage colgó el teléfono, sabía que en cualquier momento llegaría su estilista para ayudarla a cambiarse. Odiaba todo lo que tuviera que ver con el Capitolio, le había quitado más de lo que le dio y a pesar de ganar los juego, de tener un techo y dinero, eso no le daría en absoluto lo que le habían quitado; sus padres.
