DH|| 🔥🏹
Sage Sinclair firmó su sentencia de muerte cuando se convirtió en la vencedora de los juegos 69°.
Ser mentora no era algo que ella deseara, tampoco ver morir año con año a sus tributos.
En los juegos 74° la esperanza llegó tocando la puer...
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VENCEDORES 74º
— Sage.
Genya había entrado en el departamento de los chicos del doce encontrándose con la mentora, quien estaba comiendo algo de fruta.
— ¿Qué sucede? — preguntó Sage mordiendo una fresa. — Sabes que si hiciste algo malo y no me perjudica no es mi problema.
Genya rodó los ojos, claramente Sage estaba de un muy mal humor y se desquitaba con ella.
— Sino levantas tu trasero de esa silla, no verás el final del juego de tus chicos.
Sinclair rodó los ojos, por supuesto que no quería ir, no quería ver un acto de amor más. Aunque era un poco hipócrita de su parte, ella también estaba haciendo un acto de amor con Crane delante de todos en el Capitolio, por que debería quejarse de Peeta y Katniss por hacer lo mismo para sobrevivir.
— Iré enseguida.
— Date prisa.
Se levantó para cambiarse la bata que llevaba puesta y ponerse algo más descentre. Algo que en los ojos de los demás no fuera un pijama.
— ¿Dónde está Sebastian? — cuestionó la pelirroja tomando una fresa.
— Finnick se lo llevó. Mi hermano se convirtió en el hijo de padres divorciados — respondió Sinclair. — Deja mis fresas, Genya.
La estilista dejó las fresas de su amiga, ahora que lo veía era extraño, ella nunca fue fanática de las fresas del Capitolio.
Sage sonreía junto a algunos de los patrocinadores, Finnick estaba a su lado, mirando que ninguno se sobrepasara con ella.
Una mujer se sorprendió ante las pantallas. Logrando que todos miraran en esa dirección.
Eran Katniss y Peeta, cerca de la cornucopia. Iban por el último acto, el acto final.
Sebastian quien estaba sentado del lado de Finnick, se sentó en medio de ambos: Finnick y Sage.
Los ojos de Sinclair miraban la pantalla, sus dos chicos iban en búsqueda de Cato.
La oscuridad no ayudaba a que mirara con atención lo que sucedía. Decir que tenía miedo era poco.
