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TREN

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TREN



















Sage fingía que escuchaba a Genya. La pelirroja le estaba aconsejando sobre no pellizcarse las manos, tenía varias heridas y cuando estas comenzaban a cicatrizar Sage volvía a abrirlas.

— Sage, por favor debes evitar lastimarte — Genya pasaba el algodón por las manos de Sinclair.

La mente de Sage estaba ajena a ese compartimento en el tren. Ella seguía pensando en lo sucedido en la cosecha, el como esa chica se había ofrecido como tributo. Recordaba haberla visto antes cerca del Quemador, sabía que ella cazaba, pero también había logrado ver aquello que estaba esperando, una chispa de rebeldía.

—Sage ¿me estás escuchando? — preguntó Genya.

— Lo siento — se disculpo Sage avergonzada. — ¿Qué me estabas diciendo?

Genya negó con la cabeza y una sonrisa en su rostro. Abrió su boca a punto de decir algo, pero la puerta se abrió.

— Ya están aquí los tributos — habló Effie Trinket con una sonrisa.

— Enseguida voy, gracias Effie.

La mujer de vestimentas extravagantes se marchó. Genya soltó una risa.

— Me encanta tu falsa alegría.

— Bueno, la mentoria lo amerita — se pone de pie acomodando su saco. — El deber llama.

Genya detuvo a Sage tomándola de la mano. — Olvidas tus guantes.

Unos guantes de cuero negro que Sage usaba para cubrir las heridas en sus manos, los tomó colocándoselos para marcharse.

Camino por el pasillo del tren sintiendo un nudo en su estómago, año con año es lo mismo, pero sabía que ese sería distinto. Lo presentía.

Antes de entrar a charlar con los tributos escuchó una vaga conversación de ambos jóvenes.

— ¿Ya lo había visto? ¿A Haymitch? ¿O Sage? Oh vamos, es la famosa titiritera — preguntó el chico, sin recibir una respuesta de su compañera. — Katniss, son nuestros mentores, ganaron los juegos antes — nuevamente no hubo respuesta. — Escucha, si no quieres hablar lo entiendo, pero no creo que haya algo de malo tener ayuda ¿verdad?

— Vamos cielito — hablo Haymitch a espaldas de Sage.

Los dos mentores entraron siendo recibidos por los tributos. Haymitch soltó un suspiro al verlos.

— Felicidades a los dos.

Haymitch se dirigió hasta la barra donde estaba el licor sirviéndose otro trago.

— Tráeme uno — pidió Sage tomando asiento en uno de los sofás. — Regla número uno, el que vuelva a llamarme titiritera haré que sus patrocinadores no les envíen ni un pedazo de pan.

Peeta se removió en su asiento, tal vez mencionar el apodo de su mentora no estaba siendo de buena idea.

— ¿Dónde está el hielo? — preguntó Haymitch tras preparar su trago y levantar una tapa.

— Haymitch, ellos no van a saber donde esta — se quejo Sage.

Peeta negó. — No... No lo sé.

Haymitch dejó de mala gana la tapadera nuevamente, tomó la botella para darle el vaso a Sage mientras él se quedaba la botella.

— ¿Puedo, cielito? — preguntó Haymitch a su compañera.

— Adelante — insistió Sage. Le dio un trago al licor. — Si ocupábamos hielos.

Un pequeño silencio se formo, Sage sabía que eso pasaría, todos los años es lo mismo. Al menos se alegraba de no tener que consolar a alguien, nunca fue buena con las lágrimas, a menos que fueran las suyas.

— Bien, ¿Cuándo... cuando empezamos? — preguntó Peeta sorprendiendo a Sage por su entusiasmo.

— Que ansioso estas — respondió Haymitch aturdido por el entusiasmo del chico.

— Vaya este chico tiene intenciones de empezar — hablo Sage. — ¿Quieres empieza ya?

— La mayoría nunca tiene tanta prisa.

— La mayoría quiere escapar del tren y no los culpo la verdad — respondió Sage.

— Quiero saber el plan. Ustedes, ustedes son los mentores, deben...

— ¿Mentor? — preguntó Haymitch.

— Si, nuestro mentor — respondió Peeta. — Debes darnos consejos y conseguirnos patrocinadores.

— Ah, lo haré — respondió Haymitch.

Sage se cruzó de piernas escuchando con atención, estaba teniendo un plan, pero todo el repentino entusiasmo la estaba abrumando.

— Am, admitan la probabilidad de su inminente muerte — le respondió Haymitch a Peeta. — Y sepan en su interior, que nada de lo que nosotros hagamos los salvará.

Sage no quería ser pesimista, realmente no lo deseaba, pero luego de tantos tributos, tantos juegos. Ella misma sabía lo que se sentía estar decepcionada y llegar a casa presenciando el grito y los llantos de las familias a quienes inconscientemente les prometieron traer a sus hijos.

— ¿Y qué hacemos aquí entonces? — preguntó la chica al lado de Peeta, Katniss.

Sage se sorprendió al escucharla hablar por primera vez, creía que se mantendría de esa forma hasta llegar al Capitolio, pensó que aquella chispa que vio en la cosecha se esfumó, pero allí estaba de nuevo.

— Los refrigerios son buenos — respondió Haymitch encogiéndose de hombros.

— Ya me canse de esa basu...

Peeta se levantó intentando quitarle a Haymitch su botella de licor. Haymitch levantó su pie para detener a Peeta logrando que este se sentara nuevamente.

— Me hiciste derramar mi bebida en mi nuevo pantalón — se quejó Haymitch. — Saben, creo que iré a terminar esto en mi camarote.

Sage vio como Haymitch salió del lugar dejándola con ambos tributos, se inclinó hacia adelante mirando a Peeta y Katniss.

— Peeta déjame darte un consejo — el rubio la miro. — No quieras correr antes de empezar a gatear, aún no llegas al Capitolio y ya quieres entrar a los Juegos. No han sido presentados ante Panem y ya quieren patrocinadores. Quieres un plan, primero empecemos por lo que tienen aquí, déjame que me haga cargo de lo demás.!

Sage se puso de pie para irse, se giró para verlos por última vez.

— Descansen, es lo que pueden hacer ahora. Cuando lleguen al Capitolio comenzaremos el plan.

Sage se marchó sabiendo que los nuevos tributos estaban más ansiosos por empezar, pero solo era una medida de protegerse. Era una medida de supervivencia.

DARK HORSE; Peeta MellarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora