DH|| 🔥🏹
Sage Sinclair firmó su sentencia de muerte cuando se convirtió en la vencedora de los juegos 69°.
Ser mentora no era algo que ella deseara, tampoco ver morir año con año a sus tributos.
En los juegos 74° la esperanza llegó tocando la puer...
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ANILLOS DE PAPEL
Genya, Sebastian, Finnick y Sage se encontraban en el tren rumbo al Capitolio, a la fiesta que concluye la gira de la victoria.
Sebastian era el más feliz de ir al Capitolio, quería volver a ver al presidente Snow, Sage creía que su hermano había sufrido algo estando en la casa de los Snow, pero hasta que su hermano no le contara que le hicieron, ella no podía ayudarle.
Finnick le colocó una manta a Sage haciéndola reír.
— ¿Está cómoda, Señora Odair?
Desde el momento en que Odair le propuso el matrimonio falso, no se había alejado de ella ni un minuto, y le encantaba hacerle bromas.
— Si sigues diciéndome así me arrepentiré de casarme contigo— rodó los ojos la chica.
Sebastian entraba junto a Genya en el vagón, traía consigo unas fresas para su hermana.
Sage se inclinó para tomar una, Genya encendió el televisor.
— Justo cuando creíamos que no ocurriría nada más al acercarse el vasallaje de los veinticinco, nuestros trágicos amantes, mi expresión favorita— hablo Caesar en la pantalla. — Del Distrito doce nos han sorprendido con un nuevo giro en su historia de amor y aquí están.
La imagen cambió, eran Katniss y Peeta, este último se arrodillaba dejando una pierna en el suelo sacando una cajita de terciopelo.
Sage dejó la fresa en la mesa poniendo atención en la pantalla.
— Final de cuento de hadas, para los trágicos amantes — Sage se puso de pie al verlos sentía que el aire se le estaba escapando. — Es hermoso, hermoso y después esta misma noche la gira que comenzó en el distrito doce terminara.
Finnick apagó el televisor acercándose a su amiga al verla en ese estado.
— Sage...
— Quiero estar sola — ella se alejó.
Se detuvo al sentir un dolor en su vientre e intentó no caerse, Finnick lo notó acercándose a ella para ayudarle. Ella lo empujó.
— Te dije que estoy bien.
— ¡Sage! — el grito de Genya la trajo a la realidad.
Sintió sus piernas mojadas, miró hacia abajo al igual que Finnick.
— No — negó Sage dándose cuenta. — Aún no es momento, faltan tres meses — se negaba a creer.
— Algo que aprendí en el Capitolio es que la mamá no debe alterarse — anunció Genya. — Iré a buscar unas mantas y toallas, Finnick llévala a su dormitorio. Sebastian, ayúdame.
