El chico del taller

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Kohaku estaba muy borracha.

En serio muy, muy borracha.

Borrachísima.

No era de beber alcohol, no a menos que fuera a fiestas con sus amigos o a algún bar con su novio...

O bueno, su ex novio.

El bastardo que le rompió el corazón ya hace dos meses al decirle que la relación ya no podría continuar porque ella era un estorbo para su trabajo. Ishigami Senku, el amor de su vida y la razón de su llanto.

Quizás beber no había sido muy buena idea, pero al pasar por el mercado y ver tantas latas en oferta no pudo resistir la tentación. Creyó que eso la haría olvidar, pero en su lugar había acabado tan borracha que ni siquiera podía pararse, y no podía dejar de llorar por su ex escoria.

Y claro que no se le había ocurrido mejor idea que llamar a su pobre hermana mayor a medianoche para llorarle a través del celular lo dolida que estaba, prácticamente gritándole en el oído todo su dolor.

—¡Él era una escoria aún más grande de lo que pensé al principio, Ruri-nee! ¡Debería haberme quedado con mi primera impresión en vez de insistir en conocerlo más! ¡Ahora estoy pagando las consensas! ¡Condenas! ¡Consecuencias, ESO! —Bebió otra lata y luego la aplastó en su puño y la tiró al suelo descuidadamente. Su voz era rara y lenta, y le costaba un poco pensar siquiera en lo que decía, pero no le importaba, porque estaba muy enojada—. ¡Siempre supe que me iba a romper el corazón tarde o temprano! ¡Yo nunca fui prioridad para él! ¡Pero lo hubiera aguantado todo y él lo sabía! —Volvió a sollozar como idiota, abriendo otra lata de cerveza—. Soy tan estúpida, Ruri-nee... ¿Por qué aguante tanto si era obvio como iba a acabar? ¿Por qué me enamoré tanto? —Volvió a beberse la lata de golpe y su cerebro se sintió más nublado de pronto—. ¿Por qué tuve que esperar como idiota a que él me mandará a la mierda? —Volvió a sollozar, limpiando sus lágrimas con furia—. Me merezco estar sufriendo...

En ese momento, escuchó un sonido ahogado y se congeló, porque eso no sonó como la voz de su hermana...

De hecho, ahora que lo pensaba, nunca escuchó a Ruri hablar desde que la llamó, solo empezó a gritarle al celular como loca mientras lloraba. Y era muy extraño que su hermana no le dijera nada en medio de todo ese llanto, así que eso solo podía significar que...

—Tú... No eres Ruri-nee, ¿verdad? —preguntó con nerviosismo, llevándose una mano a la frente, sintiéndose más estúpida que nunca.

Oyó un profundo suspiro.

—No, no lo soy. —La voz sonaba un poco amortiguada, pero pudo reconocer que era masculina y de alguien joven, de su edad, quizás.

—¿Eres el chico del taller, cerdo... digo, cierto? —preguntó recordando que hace unos días llamó por error al tipo que reparaba su auto en vez de a su hermana—. Eres el mecánico, ¿verdad? —se corrigió.

Aunque bueno, Senku solía reparar su auto, hasta que la dejó, el muy hijo de puta.

De nuevo sintió ganas de llorar.

—Eh... Sí, más o menos.

—¿No eres el que reparó mi auto la semana pasada? —indagó un poco desconfiada.

—No exactamente, pero sí reparé tu auto un par de veces... —Oh, entonces debía ser el que reparó su auto el mes pasado. Había estado con muchas fallas desde que pateó el capo por pura ira y la atendieron varios mecánicos del mismo taller—. Hace tiempo, de hecho. No suelo reparar autos, solo el de mi novia...

—¿Entonces eres un tipo importante, algo así como el jefe de los mecanos? Medianos, metanos, mercado, ¡mecánico! ¡Demonios, estoy muy ebria! —Se dejó caer en el sofá, masajeando su frente.

One-shots SenHakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora