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Narrador omnisciente:

Luego de 2 años y medio, la pareja seguía junta, desbordando amor y tan feliz como al principio de su relación, aunque todo era perfecto para ellas, los problemas y malentendidos se hicieron presentes, pero su amor era tan grande que los enfrentaron juntas, fortaleciendo aún más su lazo y volviendolo indestructible.

Mina ya no pensaba en la lista que había sido fundamental para su vida, solo recordaba cada experiencia con cariño y la atesoraba y también disfrutaba de cada cosa nueva que pudiera pasar junto a su amor.

Cuando cumplió los 20, no pudo evitar recordar que esa era su edad límite, Chaeyoung también lo sabía así que hizo hasta lo imposible para que su novia solo pudiera pensar en el presente y en la felicidad. A pesar de que esa lista fue destruida y cada experiencia se concretó, en el fondo Mina sabía que no había tachado el número 20, su decisión cambió pero ella se cuestionaba el por qué no podía dejar atrás aquel pensamiento. Era como si presintiera que el castillo perfecto que había construido junto a Chaeyoung se podría derrumbar en algún momento, después de todo, el amor a veces no era suficiente, así que muy en fondo, guardaba como última opción su cambio de decisión.

...

El hermano de Chaeyoung, Jeonghoon, cumplió su sueño de comprar una motocicleta, aunque Mina le ofreció regalarle una y estuvo a punto de hacerlo, él la consiguió con sus propios medios y luego de un tiempo, aprendió a usarla con responsabilidad, no obstante eso no impedía que otros conductores fueran inconscientes y no no pensaran que su vida podría correr peligro sobre las ruedas.

Chaeyoung disfrutaba de los paseos con su hermano, pero una tarde estando en la carretera, un conductor de un camión que estaba ebrio provocó algunas coaliciones, haciendo que la motocicleta se desviara. Ellos solo habían pasado un gran susto, eso creían hasta que Jeonghoon al seguir desconcertado y desorientado no se dió cuenta que un auto venía de frente y terminaron chocando de igual manera.

—Hermanita... Te... Te amo... Dile a mamá y a papá que... También... Los... Amo

Esas fueron las últimas palabras que escuchó Chaeyoung, quien estaba muy malherida pero consciente, simplemente vió como la respiración de su hermano se detuvo, para cuando llegaron las ambulancias ya era demasiado tarde.

Totalmente consternada, ninguna lágrima salía, pero era tanto el dolor que sentía su corazón que no lo podía resistir, seguía escuchando como eco, el sonido de las ambulancias, las voces de los paramédicos, los llantos y gritos desesperados de sus padres y finalmente, la voz de Mina.

No había reacción, su vida fue constante felicidad así que no sabía cómo enfrentar la tempestad, ni siquiera sabiendo del dolor por el que había pasado Mina antes fue capaz de entenderlo porque ver el sentimiento ajeno no es como sentirlo en carne propia. Tuvo un choque emocional extremo, así que de un momento a otro se desplomó, no parecía tener signos vitales.

Tal vez fue negligencia del médico y del personal de turno, tal vez fue mala suerte o el destino jugándole una mala broma, pero fue declarada muerta; estaba al borde de aquello, pero seguía consciente en un estado de catalepsia.

Si Mina pasó años atrapada en el silencio, el dolor y la tristeza, ninguna cosa se podía comparar a lo que sintió cuando logró procesar la noticia de que Chaeyoung aparentemente había fallecido.

Solo abandonó el hospital; el dinero nunca fue relevante para ella y menos lo sería en ese momento, así que dejó una cantidad importante sobre la mesa de un vendedor que le entregó de forma ilegal un arma y sus balas correspondientes. La ocultó en uno de sus bolsillos y se dispuso a ir a su departamento.

A penas entró, todos los recuerdos la invadieron, cayó de rodillas y ni siquiera el filtro de la tristeza, sus lágrimas, fueron suficientes para tranquilizarla. Su corazón, su vida, su alma y la felicidad se habían ido con Chaeyoung, ya no tenía una razón ni un motivo para seguir. Y ahí estaba, su final abierto, la cosa que nunca se permitió tachar, había vuelto a cambiar de decisión, pero esta vez para acabar con todo.

Mientras tanto, la respiración de Chaeyoung volvió a ser normal de forma súbita, despertó alterada, sentía su alma destrozada y su cuerpo dolía de sobremanera, pero al enterarse de lo que había pasado unas horas antes, su supuesta muerte, todos sus sentidos se alertaron cuando supo que Mina ya no estaba en ese lugar.

Así como en el pasado corrió sin que nada le importara para salvar a Mina, se escapó del hospital, no sin antes quitarle las llaves del auto a su padre. El dolor físico y emocional quedó atrás por un momento y condujo rápidamente hasta el departamento de Mina, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas junto a un mal presentimiento.

Siguió corriendo, la espera en el ascensor provocaba cada vez más ansiedad, ni siquiera fue necesario golpear la puerta, estaba entreabierta, grito con desesperación el nombre que amaba. La encontró temblando y de rodillas, con el rostro escondido entre su cabello y un arma en su sien, sin dudarlo se acercó rápido y la tomó por los hombros.

—¡Mina! Suelta eso

Ni siquiera la miró no era consciente de nada, ni siquiera podía sentir incredulidad, pero todo parecía cierto.

—Esto no es real... Tú ya no estás aquí

Las palabras de Chaeyoung simplemente escaparon de sus labios en un susurro, sacando a la luz lo que su interior intentaba gritar.

—Ya perdí a mi hermano... Ni siquiera pude resistirlo... Si te pierdo a tí mi último aliento también se iría contigo

—No es real... No es real... No lo es

—Minari... Mírame una vez más... Por favor, escucha mi voz... Siente mi corazón

—Nunca tache eso... Tal vez mi decisión nunca cambió

—Mina... Ni siquiera yo pude hacerte cambiar de idea... La única que puede dejar eso atrás eres tú... Por favor no hagas esto

—Nunca debí... Nunca debí haber nacido... No debí haber crecido... No debí haber existido

A esas alturas ambas eran un mar de llanto pero algo estaba cambiando.

—Todo el mundo... Existe por una razón... Y si no encuentras tu razón... Déjame... Déjame ser egoísta y convertirte en mi razón... Tú existes para que yo pueda existir... Y si incluso dejo de vivir... No dejaré de existir en tí... Porque solo podré morir realmente si tú dejas de pensar en mí... Pero realmente si cambias tu decisión no será por mí, lo harás por ti

La sensatez de Mina volvió, tiró el arma y ambas no pudieron hacer nada más que abrazarse y llorar.

Ese fue el día en el que Mina por fin pudo tachar lo que estuvo esperando. Porque aunque la tristeza invada el interior siempre habrá una razón para poder vivir y ser feliz.

Sin sentir la tristeza no llegará la felicidad y aunque una parezca más efímera que la otra, valdrá la pena al final.

20 Cosas que Hacer Antes de Morir - MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora