capítulo 23

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Mientras Luka discutía con Rhena en la cocina, Eleonor estaba junto a sus amigos. Los gemelos mostraban interés en conocerla, sobre todo Angus, quién fue el primero en hacerle preguntas sobre su nación.

En medio de la larga plática, descubrió que el abuelo de los chicos era sureño de nacimiento y que después de llevar muchos años viviendo en Lajis, tuvo que huir junto a su esposa tras la última guerra del norte. Ella también les habló sobre su ciudad y la vida que llevaba en el sur antes de que todo eso le sucediera. No pudo evitar sentir nostalgia al recordar a su familia, todavía costaba trabajo estar tranquila con la separación.

Lo poco que había conocido de ese par de jóvenes, era suficiente para darse cuenta de la razón por la cual Luka los había escogido como sus amigos. Ambos eran muy preocupados por él y su bienestar, sin transmitir ni un ápice de falsedad. Hablar con ellos se sentía como hablar con alguien que conocías de toda la vida.

Aunque llevaba un largo rato conversando con los gemelos, todavía no podía ignorar la marca en sus muñecas. Si mal no recordaba, Luka había mencionado que los presos de guerra provenientes de la alianza del sur llevarían en la mano izquierda esa marca tan vergonzosa.

-¿Te gusta? -preguntó Angus notando que ella no dejaba de mirar la marca.

Eleonor se puso nerviosa al instante y desvió la mirada apenada. Angus sonrió ante su reacción.

-Disculpa...

-No tienes que disculparte. Mi hermano y yo las llevamos con orgullo -dijo Magnus tranquilamente, logrando hacer que ella volviera a verlos-. Imagino que te causa curiosidad.

-Sí. Llegué a verlos en muchas personas que llegaban al sur, pero no sabía lo que significaba... Ahora que lo sé, no puedo evitar pensar en lo que tuvieron que vivir.

Algunas personas en el sur no hablaban de su antigua vida en el norte. Y podía entenderlos, tener que recordar tantos momentos dolorosos sería algo difícil.

-Tristemente, los primeros fueron los que sufrieron más -respondió Angus-. Como nuestros abuelos. Cuando eran jóvenes, los esclavos no podían tener libertad de ninguna forma. Solo tuvieron esa posibilidad, gracias a la ley que aprobaron unos años después.

-Pero era una burla, porque debían dar cantidades de dinero que eran casi imposibles de pagar. Nuestros padres nunca pudieron ser libres por esa misma razón -agregó Magnus con cierto resentimiento.

-Es muy injusto todo lo que tuvieron que vivir... -dijo Eleonor indignada por las injusticias en el norte.

-Y todavía hay personas siendo esclavizadas... Nosotros seríamos uno de ellos de no ser por Luka -comentó Angus.

-¿Luka pagó por su libertad?

-Sí, y la de nuestros abuelos -contestó Magnus-. Estamos seguros de que habría hecho lo mismo por nuestros padres si no hubiesen muerto antes.

Eleonor sintió cierto orgullo al escuchar esa buena obra de parte de Luka. Con todo ese tiempo conociendo al chico, había notado que algo dentro de él era diferente al resto. Aunque él insistía en que estaba de acuerdo con el típico pensamiento norteño, la naturaleza de sus actos dejaba ver un corazón que no encajaba con ese mundo. Irónicamente él criticaba a los sureños por ser capaces de arriesgar su bienestar por otros, pero era exactamente lo que él hacía.

-Luka es una amistad que vale la pena -habló Angus apoyando el brazo sobre el respaldo del viejo sofá-. Ninguno de nosotros se Imaginó que llegaríamos a ser tan amigos.

-El mencionó que se conocieron cuando todavía eran pequeños -comentó ella y desvió la mirada hacia la entrada de la cocina por un momento.

Había visto a Luka irse detrás de la chica rubia y tenía la ligera sospecha de que la tardanza en la cocina no se debía exactamente a la comida. Pero decidió no darle más importancia a aquello y volvió a ver a los gemelos.

-Sí, toda nuestra familia era propiedad de una pequeña compañía que se encargaba de trabajos de construcción, jardinería y remodelación. Eran poco exigentes en comparación con otros, pero el abuelo era muy viejo y a veces necesitaba nuestro apoyo. Así fue como llegamos a la casa de Luka.

-Él me contó un poco sobre eso... ¿Cómo hicieron para seguir su amistad luego de dejar de trabajar en su casa?

-Yo diría que la rebeldía de Luka ayudó mucho -bromeó Magnus y rió junto a su hermano-. Su padre nunca ha estado de acuerdo con nuestra amistad, por eso sospechamos que culpó a nuestro abuelo de hurto.

-Tú sospechas, yo no tengo dudas -aclaró Angus con recelo.

-Como sea. El punto es que nunca nos ha querido cerca de él, pero Luka no se dejó llevar por eso y mantuvo el contacto con nosotros...

Eleonor iba a hacerles otras preguntas pero prefirió dejarlo para otra ocasión, pues vio salir de la cocina a la amiga de Luka. Tenía el rostro muy serio, como si estuviera enojada. Ella se acercó a los tres y, después de dedicarle una mirada antipática a Eleonor, se fijó en los gemelos.

-La comida ya está lista -sonrió sin mostrar los dientes. Se veía algo incómoda, como si quisiera huir en cualquier momento-. Pero debo irme.

-¿Tan pronto? -inquirió Magnus.

-Recordé que tengo algunas cosas por hacer... -respondió rápidamente y retrocedió un par de pasos- Vendré otro día a buscar mis pertenencias.

Eleonor sintió que su deseo de marcharse estaba relacionado con lo que sea que hubiese ocurrido en la cocina minutos antes, y no podía evitar sentir curiosidad por ello.

-¿Ni siquiera te quedarás a comer algo?

-De verdad ahora no puedo. Vendré mañana y probaré un poco de la comida de Angus -sonrió apenada y se dirigió hacia la salida de la casa.

Magnus fue detrás de ella para abrirle la puerta, y posiblemente, para tratar de convencerla de quedarse. Sin embargo, al cabo de unos minutos, el gemelo estaba de vuelta sin la chica. Luka también volvió y trajo comida para los cuatro. Mientras le daba a todos el almuerzo, Eleonor seguía cada uno de sus movimientos. Esperaba que él la mirara, pero nunca lo hizo. Sabía que él no le diría lo que había pasado, pero eso no impedía que ella sacara sus propias conclusiones.

Comieron la comida de Angus, la cual estaba bastante bien para haber estado a punto de quemarse; y al terminar todo, Luka se levantó para hacer unas llamadas y tratar de conseguir un lugar para dormir. Lo único que impedía que ellos pudieran transitar por Islamar y alojarse en una habitación decente, era la falta de documentos, pero eso ya estaba resuelto. El nuevo problema, era que a pesar de que había estado intentando conseguir un departamento desde temprano, no había encontrado ninguno y la noche ya estaba llegando. Aunado a eso, había empezado a llover a cántaros afuera. Los rayos y los truenos les advertían que no salieran de donde estaban.

En vista de todo esto, Angus le propuso a Luka que durmieran esa noche en su casa y seguir intentando al día siguiente. Luka no estaba muy convencido de quedarse en el barrio y exponer así a Eleonor, pero era la única opción que tenía disponible.

La pequeña casa solo contaba con dos habitaciones: la que pertenecia a los gemelos y la de los difuntos abuelos, pero la segunda no había sido ocupada por ninguno de los hermanos, porque solía recordarles la familia que ya no tenían; así que estaba libre.

Esa noche estuvo bastante tranquila. Al terminar de cenar, fueron cada uno a su habitación. Luka habló con Eleonor sobre el plan que tenía para el día siguiente y, debido a que las goteras dejaban filtrar el agua por el techo y las paredes, tuvieron que esperar a que la lluvia cesara para ponerse cómodos.

Había sido un día algo ajetreado para Luka, emocionalmente hablando. Rhena seguía enojada con él y sus amigos ignoraban por completo la relación entre ambos. Estuvo posponiendo sus problemas personales por largo tiempo y cuando volvieron a hacerse notar, sintió el golpe de realidad que tanto quería evitarse.

En ese momento solo deseaba poder volver el tiempo atrás y revertir esos errores que cometió por insensatez, pero era conciente de que eso no sería posible.

ENTRE LA PAZ Y LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora