Epílogo

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5 años después...

Tras nueve años en la lucha contra una terrible enfermedad, el gobernador de Buddart, Dario Lébedev, murió dejando la ciudad en manos de su esposa Catalina. Ella había estado gobernando junto a él durante tanto tiempo, que sabía exactamente lo que debía hacer para lograr que su ciudad se mantuviera próspera y fuerte.

Muchos familiares y amigos habían ido a expresar sus condolencias por la muerte de su amado esposo, inclusive, personas de gran influencia como gobernadores y empresarios. Todos le llevaban algo y lamentaban la partida de Dario con mucho pesar.

Ese día, muy temprano en la mañana, el famoso Akil Davis, gobernador de Ciudad capital, fue a visitarla. Estuvo hablando largo rato sobre muchas cosas que había vivido con su esposo, como si quisiera recordarle la relación relativamente buena que se mantenía entre ambas ciudades. Tenía una actitud un tanto exagerada para expresarse, pero Catalina debía soportarlo por educación.

-Le agradezco su visita, pero... ¿Debo pensar que este es el único motivo de su venida?

Llevaba un rato analizándolo, y sin duda no había ido solo por querer ser un apoyo para ella en ese momento de angustia.

-Me ha atrapado -sonrió-. En realidad, quería saber de sus planes para este nuevo gobierno.

-¿Con respecto a...?

-Con respecto a su alianza.

-Se mantendrá la que existe actualmente, eso hubiera querido mi difunto esposo.

-No necesariamente debe mantenerse la anterior. Tengo un par de propuestas para usted, si me permite...

-No lo creo. Mi decisión ha sido tomada. Será como él quería -lo interrumpió con firmeza.

No estaba muy de ánimos para pensar en propuestas para su gobernación, y menos de unas provenientes de un hombre como Akil.

-¿Cómo puede estar tan segura de que eso era lo que él quería? Tengo entendido que no dejó testamento...

-¿Insinúa que no conocía a mi esposo? - Inquirió indignada.

-No, no. Discúlpeme. He sido un desubicado, tal vez vine en mal momento para platicar del asunto.

No sabía por qué, pero Davis nunca le había dado la confianza que se suponía que debía darle un amigo de Dario. Era muy tosco y manipulador. Deseaba estarse equivocando con él, pero su instinto pocas veces le fallaba.

-El verdadero error es creer que por la muerte de Dario, Buddart cambiará sus decretos.

-Claro. Lo entiendo perfectamente- estaba muy apenado. No sabía exactamente qué pensaba la nueva gobernadora de Buddart, pero si no quería que esos pensamientos incluyeran un mal deseo hacia él, era mejor irse-. Será mejor que me retire.

Estuvo a punto de irse, pero tuvo una idea ganadora en mente, y con ella obtendría lo que necesitaba.

-Pero antes, recuérdeme algo... -volteó a verla-¿Cómo fue que Islamar invadió las dos ciudades del sur?

Ella alzó una ceja. Si trataba de jugar con ella, lo haría pagar.

-Entraron por Lajis, convenciendo a Omri de construir nuevas vias de comercio.

Omri había sido el gobernador de Lajis, una de las ciudades en frontera con el polo sur. Luego de la quincuagésima guerra, fue encarcelado, torturado y eliminado, para evitar su reaparición. Las vias de comercio solo fueron un pretexto para introducirse en sus terrenos, y los planes para fomentar el intercambio económico entre ambas ciudades nunca existieron.

-¿Y no es eso exactamente lo que piensan hacer con Buddart? -cuestionó mirándola con seriedad.

-¿Cree que piensan atacarnos? -rió sarcástica- ¡Por favor! Se trataba de una ciudad muy inferior a la nuestra.

-Déjeme recordarle que no atacaron a la ciudad únicamente, sino a toda una alianza.

-Zaíd no va a traicionarnos...

-Eso pensaban los gobernadores de la alianza del Sur... -comentó sembrando la duda en la mente de Catalina- La historia siempre se repite, no es algo nuevo -esperó unos segundos a que su comentario calara en la mente de la mujer. Luego, se encogió de hombros y se preparó para irse-. Ahora sí, hasta luego señora Catalina.

Se giró para marcharse, pero ella sintió el impulso de pedirle que le explicara lo que estaba pensando. No confiaba en él en lo absoluto, pero lo que insinuaba sonaba inquietante, y en caso de que fuera cierto lo que Akil decía, significaría para Buddart una terrible noticia.

-¡Espere!

El hombre sonrió al obtener lo que estaba esperando.

-¿sí? -se giró para verla.

-¿Cuál era su propuesta?

Akil Davis tenía a la gobernadora Catalina justo donde la quería, y aprovecharía eso al máximo. La duda había sido sembrada, solo era cuestión de usarla en el momento indicado. Y si todo salía como él esperaba, su nombre sería recordado por siempre.

Esta historia continuará...

Esta historia continuará

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