Capítulo 24

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Luego de que la lluvia terminara, el frío se hizo muy intenso y Luka tuvo que buscar unos abrigos más gruesos para los dos. Ambos eran bastante delgados así que cualquier talla sería útil.

La Husky estaba sentada junto a la puerta de la habitación, miraba cada movimiento que hacían los dos, como si fueran los seres más importante en todo el mundo.

Mientras esperaban sentir sueño, empezaron a hablar como ya se había hecho costumbre entre los dos. Luka le contó un poco sobre los abuelos de Angus y Magnus. Comentó que luego de sus muertes tras padecer una terrible enfermedad, había sentido un pequeño vacío en su corazón.

Estaban sentados sobre la cama mientras esperaban que el suelo se terminara de secar. Usarían colchas para improvisar una cama para Luka, ya que él dormiría en el suelo. Eleonor se había negado al principio, recordándole que él era el que siempre tomaba la peor parte en todo, pero tanta fue la insistencia del muchacho que ella tuvo que aceptar que él durmiera ahí.

—Fueron como una familia para mí —comentó él.

—La familia también se encuentra en personas que no llevan nuestra sangre —dijo Eleonor, recordando a sus amigos del polo sur.

—¿También tienes amigos que son como tu familia?

—Sí, son como mis hermanos. En el sur lo llamamos vínculo de corazón.

—Claro, en el sur debían darle otro nombre... —bromeó con ironía, sacándole una sonrisa a la chica.

—Lo hace más original.

El chico  hizo silencio por un momento mientras veía el suelo húmedo.

—Mi madre también era del sur... Cuando me preguntaste por ella preferí no hablarlo, porque sinceramente no es agradable tener que recordar que nos abandonó a mí y a mi padre —dijo de pronto, captando la atención de Eleonor—, y que lo sepa todo el polo norte ya es lo suficientemente incómodo para mí.

—Entiendo —respondió colocando una mano sobre la espalda del chico—. No volveré a mencionarla si eso te hace sentir mejor.

Él suspiró cansado.

—Creo que ya he ignorado esa parte de mi vida por mucho tiempo, hacer como que no existe no cambiará nada... Y tomar represalias contra la gente de su nación tampoco ha servido —reflexionó viéndola a los ojos—. ¿Sabes? A veces ustedes los sureños me confunden. Primero está mi madre y como ella muchos más. Pero luego, estás tú, Caleb y el abuelo Lino, que parecen venir de un sitio completamente diferente.

Eleonor sonrió triste por su amigo.

—No se trata del lugar de nacimiento, sino de lo que hay en el corazón. A veces puedes vivir mucho tiempo en un sitio sin pertenecer realmente a ese lugar.

—Supongo que tienes razón... —murmuró con voz ronca.

Luka volvió a abstraerse en sus pensamientos y Eleonor se levantó a echarle un vistazo a los adornos de la habitación, especialmente a las fotos de los ancianos que habían vivido en ese lugar.

—Se veían muy felices... —comentó mirando una foto que estaba sobre una cómoda.

El lugar tenía polvo sobre los muebles y un aroma a humedad bastante fuerte. Aún así, estar ahí era como transportarse a una época en la que solo debían preocuparse por jugar y correr.

—Eran encantadores. Casi no parecían de polos opuestos... Ojalá así pasara con todas las parejas.

—¿Por qué lo dices?

—Mis padres peleaban todo el tiempo por sus diferencias. Creo que fue una de las razones de su separación.

Eleonor estaba sorprendida por el extraño comportamiento de Luka. Que le hablara de sus asuntos personales tan abiertamente generaba un sentimiento nuevo dentro de ella. Esa confianza que estaba creciendo entre los dos, la hacía sentir muy contenta.  Su amistad se había vuelto más importante con cada día que pasaba. Esperaba que el chico no se retractara de ese nuevo progreso, o terminaría lastimando su corazón.

ENTRE LA PAZ Y LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora