capítulo 38

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Eleonor estaba muy triste... Tal vez no debía ser así. Ella pronto volvería a ver a su padre y a toda su familia. Debía estar contenta, pero era más difícil de lo que parecía. Siempre había sido muy sensible con cualquier tema que involucrara sus sentimientos, era algo que no podía evitar. Y ahora con lo que le estaba pasando con Luka, todo se volvía a sentir con la misma intensidad de antes. No obstante, sabía que de nada serviría hablarlo con el chico, porque ella se iría y todo quedaría en el pasado. Además, él había dejado en claro que no la quería cerca.

No le gustaba llorar, pero era lo único que podía hacer en ese momento. A veces sentía que con frecuencia se imaginaba sus problemas más grandes de lo que eran realmente. Era algo que debía tratar de superar, solo que todavía no sabía cómo hacerlo. Ese amor imposible la lastimaba por dentro y le recordaba los momentos junto a Luka, esos donde reían o en los que simplemente se acompañaban el uno al otro a pasar el rato, los días donde se preocupaba por ella y hacía lo posible por su bienestar... Quería volver a esos recuerdos. Tal vez nunca le diría la verdad de sus sentimientos, pero al menos podría estar cerca de él otra vez.

Por otra parte, Eleonor había estado comunicándose con Marie los últimos días, gracias al celular que le había dado Caleb. Luego de muchos intentos de convencerla de volver al polo sur, su amiga aceptó la propuesta. Pero aún debía esperarla, todavía tenía que conseguir el dinero para viajar a Buddart.

Eleonor estaba contenta por su amiga; Marie se alejaría de un mal hombre y regresaría con su familia. Ya no tendría que soportar maltratos de nadie, solo volver a ser feliz con sus seres queridos.

Por lo menos una de las dos estaba mejor...

La sureña salió de su habitación y fue por un libro. Quería despejar un poco su mente de todo lo que la preocupaba. Era bastante tarde, así que Caleb no tardaría en llegar y ya no se sentiría tan sola en esa casa. Cuando llegó a la biblioteca, vio que no le quedaban libros sin leer en el librero, por eso decidió hurgar entre las gavetas de un archivo. Pero no consiguió un libro. En su lugar, encontró una foto del pequeño Luka entre un grupo de carpetas.

Era un rostro tan hermoso como el que tenía siendo adulto; ojos cafés brillantes, unas regordetas mejillas rosadas y la sonrisa angelical. Lo único que destacaba como diferente, era esa mirada alegre que ya no tenía, como si se hubiese ido borrando con el paso del tiempo.

-Genial... Ni siquiera puedo olvidarte en paz -dijo ella, cerrando la gaveta.

Tomó un libro que ya había leído y se dispuso a ir a la sala de estar. Lo releería en el sofá mientras esperaba a que Caleb llegara. Odiaba estar sola por tanto tiempo. Al menos Caleb se había abierto a conversar con ella los últimos días y le había contado algunas anécdotas de su vida; eso la ayudaba a sentirse más cómoda y tranquila. Tener a alguien con quién hablar, siempre le había parecido muy importante. La soledad no era la mejor de sus compañeras.

La sureña se concentró en su libro y en cuestión de minutos, Caleb llegó a la casa.

El maestro dejó sus cosas en el perchero y se dispuso a ir a la cocina luego de saludar a Eleonor, se veía bastante agotado. La chica solía preguntarle sobre Luka cuando lo veía llegar, pero últimamente prefería no saber nada de los Mazursky para no aumentar su tortura.

Al cabo de unos minutos, vio al hombre volver con comida en las manos. Ella lo siguió y se sentó frente a él en la mesa del comedor, lo vería hasta lograr llamar su atención.

Caleb veía en Eleonor el reflejo de su esposa Evania, era como si hubiese tenido una hija y nunca se hubiese enterado. Le resultaba cómica y a la vez absurda la similitud, tal vez si llevara su sangre realmente, no sería tan parecida a ella.

ENTRE LA PAZ Y LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora