capítulo 40

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El padre de Eleonor estaba por llegar, ya había dado aviso de que estaría en la casa de Caleb en unas horas, y ella estaba muy contenta porque por fin lo volvería a ver después de tanto tiempo. Ese día, se cumplían seis meses y medio en el polo norte. Había sido una experiencia bastante diferente, llena de momentos buenos y  malos, a los que ya le había llegado su hora de terminar.

Eleonor todavía pensaba mucho en lo que estuvo a punto de pasar con Luka. Estuvo a punto de dejar que la besara y eso la hacía sentir algo mal, porque no era lo correcto, no era lo que debía hacer si quería evitar el sufrimiento de ambos. Para su suerte, el chico había sido mucho más fuerte que ella. Sin importar el motivo por el cual se había separado, esa decisión fue la que la salvó de delatarse ante él.

Ella solo conseguía el valor de irse mientras estaba lejos de él, pero cuando volvía a verlo, todo se hacía más complicado. Eleonor entendió que la decisión de Luka había sido la más acertada; su separación sería lo único que les permitiría seguir cada uno por su lado sin pensar en lo que el otro sentiría.

Mientras la chica seguía pensando en sus sentimientos por Luka, alguien tocó la puerta. Inmediatamente sintió mucha emoción en todo su cuerpo. Se levantó del sofá y fue a abrir la puerta ella misma.

—¡Marie! —Eleonor estaba sorprendida.

Caleb la miraba desde el sofá un poco confundido; no era esa la visita que esperaban.

—Hola, Eleonor —la saludó con un abrazo.

—Pensé que no vendrías hasta dentro de dos días... Pasa —se hizo a un lado para dejarla pasar.

—Tranquila, no me quedaré —respondió negando con la cabeza—. Los planes cambiaron un poco.

—¿Qué, por qué? Dijiste que vendrías con nosotros al polo sur.

—Eso era lo que tenía pensado, pero Damián me siguió hasta aquí. Hablamos en casa de sus padres y... Resolvimos las cosas.

—Debes estar bromeando... —murmuró y cerró la puerta de la casa para hablar con Marie en el exterior— ¡Estamos hablando de un hombre que abusa de ti constantemente!

Marie la miró apenada.

—Él cambiará, Eleonor. Sé que hemos tenido muchos problemas, pero esta vez sí lo hará. Prometió que no volvería a hacerme daño.

Eleonor no sabía qué decirle, su amiga estaba cegada completamente.

—Marie, él no va a cambiar... ¿Cuántas veces te ha prometido cosas sin cumplir?

—¡Tú no lo entiendes, es el amor de mi vida! Hemos hecho todo para seguir juntos. No puedo dejarlo solo porque sí.

—No lo estás dejando solo porque sí, estás separándote de su maltrato.

—Eso fue en el pasado, solo debo ayudarlo a superar sus problemas. De eso se trata el amor, de luchar por él... Además, él dijo que no podía vivir sin mí, ¿Cómo pretendes que lo deje?

—Marie, él no cambiará. No lo ha hecho antes y no lo hará ahora... Está bien si no vienes al polo sur, pero aléjate de él.

Marie se había enojado porque sintió que no la estaba apoyando. En ese momento solo quería acabar con la conversación para irse de ahí.

—Sabía que no lo entenderías... Pero ya está hecho. Vine para avisarte porque perdí mi celular y no quería que te preocuparas. Lamento decepcionarte.

—Marie... Yo sólo quiero que estés bien. Pero si ésta es tu decisión definitiva, lo entiendo.

—Gracias por entender —respondió sin mucho ánimo. No era muy de su agrado que su amiga no apoyará su relación—. Espero que tu viaje sea agradable, yo pasaré unos días aquí con Damián. Quiere presentarme a su familia primero y luego regresaremos a Islamar.

ENTRE LA PAZ Y LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora