Capítulo 17.

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Luka sabía que Caleb estaría en su casa en ese momento, rara vez veía a su maestro involucrado en cualquier reunión pública. Podía contar con su apoyo y su consejo, algo que no tenía de su padre.

Cuando llegaron, Caleb los recibió un poco confundido, tal vez por la visita inesperada de Luka o por la chica que estaba acompañándolo. Debido a la presencia de Eleonor, el maestro se contuvo de hacer algún comentario fuera de un simple saludo, pero luego pidió tener una conversación privada con el muchacho.

Se alejaron hacia la cocina de la pequeña casa, donde fuese más íntima la conversación.

—Hace un par de días vi la noticia de tu desaparición y ahora apareces en Buddart con una muchacha desconocida —dijo con los brazos cruzados—. ¿Me explicas qué sucede?

Lucía un poco molesto, pero Luka sabía que era su manera de demostrar preocupación

—Fui secuestrado por los rebeldes y estuve a punto de morir en la reservación forestal. Esa chica desconocida fue secuestrada conmigo.

—¿Cómo hiciste para regresar? —su expresión de suavizó un poco. Ahora estaba preocupado.

—Tuve que pagarles a los guardabosques.

—¿Guardabosques? Pensé que ya no trabajaban en la reservación...

—Yo igual... Pero eso no importa, ellos nos trajeron a casa.

—¿Y la chica sigue contigo porque...? —preguntó alzando una ceja.

—Viene del sur.

—Mucha gente viene del sur —señaló con obviedad.

—Fue secuestrada en la ciudad de Prescalv, no vino voluntariamente —aclaró y miró hacia la sala de estar donde la chica esperaba junto a su mascota.

—Así que metiste una indocumentada en Buddart... ¿Entiendes lo peligroso que es para ti?

Luka volvió a verlo.

—¡Por supuesto que sí, pero no tenía a dónde ir! Nadie le creerá que sobrevivió a los rebeldes.

—Está bien, tienes razón, podrían matarla... ¿Cómo hiciste para que entrara en la ciudad, al menos se registraron?

—Solo yo. Tengo dos meses —le enseñó la tarjeta holográfica—. Y a ella le hice un código de Cato para que no la tomaran en cuenta.

Los esclavos no eran considerados habitantes de ninguna ciudad en particular, por eso no tenían documentos, ni gozaban de muchos derechos.

—¿La hiciste pasar por esclava? —estaba sorprendido.

—Tuve que hacerlo.

—¿Ella estuvo de acuerdo con eso?

—Caleb... Sé que son muchas cosas, pero solo necesito que me digas si podrás ayudarnos.

Su maestro pensó un momento, caminando por la cocina.

—¿Tu padre sabe que estás aquí? —preguntó al detenerse.

—No exactamente. Pero sabe que no volveré a casa.

—¿Te lo permitió?

Luka sabía que si Caleb le permitía quedarse en su casa, su padre podría tomar represalias en contra de él, así que la estadía en el lugar no sería muy prolongada.

—Técnicamente sí.

Caleb entrecerró sus ojos.

—Tendrás que ser más explícito.

ENTRE LA PAZ Y LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora