Capítulo 30

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No había nada. Sin ruidos, sin dolor, sin recuerdos; era un apacible vacío que parecía ser el final de su vida. Pero no fue así. La voz de una mujer se escuchaba a la distancia, era de una chica joven. Su voz era melodiosa, suave, pero parecía preocupada. Estaba muy lejos, casi no podía reconocerla. Ella decía su nombre, repetía una y otra vez el nombre de Luka con mucha preocupación; esa forma de hablar, ese acento... ¡Eleonor!

Luka abrió los ojos de golpe y la vio ahí, frente a él. Las luces de la casa estaban encendidas, alumbraban a la chica de ojos miel que le hablaba con apremio. Pero él no recordaba muchas cosas, todavía estaba sedado por el dolor.

Ella lo miraba angustiada; le había puesto algo en el abdomen... ¿Por qué tenía eso en el abdomen? Luka trató de moverse y sintió el dolor punzante atravesando cada centímetro de su cuerpo; allí recordó todo. Recordaba el asalto y hasta lo último que había pensado, esa petición desesperada que le había hecho al Creador.

—No te muevas, Luka —dijo ella, colocando una mano sobre el pecho del chico.

—¿Eleonor, qué haces aquí? —preguntó al ver que ella no había hecho lo que él le había pedido.

Qué más podía esperar de alguien tan testaruda...

Eleonor había estado a punto de irse, pero sintió que debía regresar por Luka. Si algo malo le pasaba y ella no estaba ahí para él, no se lo perdonaría. La decisión era algo arriesgada, considerando el hecho de que podían matarla, pero de eso se trataba la amistad que tenían ellos dos; sin importar qué tan peligroso fuera, estarían ahí para el otro.

—No pude irme y dejarte solo aquí. Sentí que tenía que regresar por ti... Tenía que saber si estabas bien.

Luka seguía muy mal, la sangre que había perdido había formado un pequeño charco junto a su cuerpo.

—Elle... Yo...

Él quería hablar con ella, pero lo único que salía de su boca eran palabras sin sentido que se atropellaban unas con otras.

—Resiste, Luka. Por favor... Estoy aquí para ti —pidió con lágrimas en los ojos—. Ya llamé a una ambulancia y a Caleb. Solo resiste —dijo acariciando su pálido rostro.

Luka no tenía la oportunidad de verse a sí mismo, pero la imagen que tenía Eleonor de él era poco alentadora. Aspecto muy pálido y casi sin vida, el cabello adherido a su piel por el sudor, el torso ensangrentado, las heridas y los moretones; esperaba no haber llegado muy tarde.

La última cosa que Luka vio esa madrugada, fue el rostro preocupado de Eleonor. Se perdió en el brillo de sus ojos y cerró los de él. Si no volvía a abrirlos jamás, esa última vista del mundo real era más que suficiente.

Luka se encontraba en una habitación del área de emergencia del hospital central, y junto a él, Eleonor esperaba sentada en una silla a que su amigo despertara

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Luka se encontraba en una habitación del área de emergencia del hospital central, y junto a él, Eleonor esperaba sentada en una silla a que su amigo despertara. Su ojos se cerraban por el cansancio, pero se negaba a dejarlo solo. Caleb había ido por comida para ambos, pues llevaban horas esperando a que el chico se recuperara. Mientras él llegaba, Eleonor estaría al pendiente de cualquier avance en Luka.

ENTRE LA PAZ Y LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora