capítulo 31

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Jhon seguía encerrado en una asquerosa celda, llevaba al menos una semana consumiendo comida extraña y sin ver la luz del sol. La única iluminación que tenía, era la que le brindaba una antorcha puesta junto a su celda; de esa forma identificaba los rostros de sus vigilantes, quienes eran los único a quienes había visto en todos esos días, pues Charles no se había vuelto a presentar frente a él.

Había escuchado que ese día los vándalos que acompañaban a Charles saldrían a tomar Prescalv. Clive había logrado pasar al polo norte y era justamente lo que ellos estaban esperando. Jhon no encontraba aún la manera de salir de allí, lo que lograba desesperarlo cada vez más. Las paredes de piedra, las rejas de hierro, todo muy duro como para ser derribado. Estaría condenado a quedarse ahí sin poder hacer nada por su ciudad.

"Hubiese sido mejor ser asesinado y no tener que ver a mi pueblo ser destruido... ¿Señor del cielo, por qué me haces vivir esto?" -pensó en un momento de angustia.

Todos los días iban dos vigilantes a darle su comida y luego volvían a irse, era siempre el mismo protocolo. Jhon había pensado en escapar, pero al ser dos personas, se hacía demasiado difícil. Además, siempre se quedaban muy cerca de la entrada y evitaban adentrarse por completo. Aunque sabía cómo defenderse, seguían presentando una fuerza y agilidad superior a la de él, estaba claro quién ganaría en un enfrentamiento con ellos.

Pero ese día, Jhon tuvo que tomar una decisión y ser valiente. Se arrastró hacia el fondo de la celda, dónde la luz no alcanzaba a iluminarlo, y esperó a que su vigilante llevara el alimento. Solo había llegado un hombre, probablemente porque la mayoría estaría a punto de salir de aquel túnel y al tratarse de un sureño, no requeriría de demasiada atención; y por supuesto que tenían razón, pero Jhon no era cualquier sureño.

El vigilante abrió la reja como todos los días y deslizó el alimento por el suelo, pero se detuvo al ver que no había nadie a simple vista.

-¡Hey, aquí está tu comida! -lo llamó, pero Jhon se mantuvo en silencio- ¡Hey!

El hombre parecía preocupado por la posibilidad de haberlo dejado escapar en algún descuido. Abrió la reja por completo y se introdujo en la celda. Jhon estaba seguro de que no lo había visto, mas él si había visto bien al vándalo y aprovecharía su desorientación para atacarlo por la espalda.

Así fue como el consejero atacó al hombre por la espalda y, aunque le tomó un poco de trabajo, logró dejarlo inconsciente. Pero aquello no duraría mucho, pues seguía vivo y con muchas posibilidades de despertarse pronto, así que Jhon salió de prisa de ese asqueroso espacio y se fue de la cueva lo más rápido que pudo.

Estaba andrajoso, débil y maloliente, pero aún es ese estado, su cuerpo consiguió las fuerzas para llegar a la torre de los guardias. Tenía que encontrar a alguien a quien poderle dar aviso, alguien capaz de ayudarlo a salvar a la ciudad de Prescalv de su posible destrucción.

Esa persona, era Adam Cohen.

Esa persona, era Adam Cohen

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ENTRE LA PAZ Y LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora