Un mes después
—Mama, por favor, abre la puerta.—Le pido mientras con mi mano golpeó la madera de la puerta.
—No, Julia.
—Mama.— Sigo insistiendo.
—¡No, juliana! Quiero estar sola.—Grito.
Las lágrimas recorrían mis mejillas. Mamá cayó en depresión desde qué el doctor le dio la noticia qué era imposible que caminara, en resumen no volverá a caminar nunca más en su vida, esa noticia le afectó tanto, que ya no me habla, se encierra en su habitación, y solo me abre cuando tiene hambre. Con ayuda de Derry le compramos una silla de ruedas.
—Voy a salir...—No me dijo nada.— ¿quieres acompañarme al cementerio?. Es Navidad.
—No. Ve tú sola.
Busco un abrigó ya qué para estás temporadas hace mucho frío, y me coloco mis guantes también, agarró la llave y salgo. El cementerio no queda tan lejos de mi casa, así que comienzo a caminar de bajo de los copos de nieve.
A mí alrededor observo a las personas comprando regalos de último momento, comidas, parejas agarradas de la mano, familias.
Mis pasos se detuvieron a observar a una familia cenando. Tienen las ventanas abiertas y veo atreves de ella. Dos hijos una niña y un niño, felices con unos juguetes, su padre comiendo, la esposa sirviendo la comida, y Muchas otras personas con sus copas en manos.
Mientras observo la escena mis ojos se llenan de lágrimas, al recordar que no volveré a cenar así en familia.
mientras seco mis lágrimas observé qué ya la niña no se encontrará en su lugar. Decidí que es mejor irme que seguir llorando.
Me giro la para irme.—¡ Oye espera!.— Una voz chillona me detuvo.
Al girarme me di cuenta de quién se tratara y, era la niña de la cena.
—¿Por qué lloras?.—Pregunto.
Tiene agallas
—No deberías de estar aquí afuera, hace frío y soy una desconocida.
—Si tengo frío.—confirmo.— Pero quiero saber por qué una desconocida lloraba mientras veía a mi familia…¿mi papá es tu papá perdido?.
No puede evitar reírme por ese comentario.— Ves muchas ¿ verdad?
Sonrío y puede notar que le hacía falta los dos dientes de adelante.— No me respondiste.
Es muy insistente.
—No, tú papi no es mi papá perdido… solo me puse sentimental a verlos tan felices y juntos.
—¿Dónde está tu familia?
—Ellos… no estamos juntos, no físicamente.
—¿Tus papás están muertos?.
Woow que tacto tiene está niña.
—No.—Negué.
—Entonces ¿qué haces caminando sola? Es Navidad deberías de estar comiendo Pavo o que se yo.
—Si… solo salí a caminar.
—¡Vecaa!— la voz de una persona adulta se escuchó.
—Es mi mamá. Por cierto me llamo Vecca, un gusto, puedes venir a visitarme Tengo 10 años y me traes chocolate, me Voy, chao.— Salió corriendo hacia la puerta, pero se detuvo antes de entrar.
—Chica desconocida que llora porque los demás están comiendo.—dicho así suena ridículo.— Todo estará bien, sé que hay algo más.
Dicho esto se adentró a su casa. Tengo algo con los niños pequeños, o ellos tienen algo conmigo.
Voy caminando un poco más rápido antes de qué la nevada crezca. Al llegar al cementerio mi mirada se dirigí hacía donde conocí al hermano de Agustín… ¿Quizás esté él allí? ¿Y si?.... No.
Llegué a la tumba de papá, la flores qué le traje la última vez se encuentran marchitas y están algo cubiertas de nieve, limpio la lápida con la mano. Y me siento un rato allí.
—Papa, no soy tan fuerte, necesito ayuda, siento qué me desmoronó poco a poco… te extraño.— ahogue un sollozó con mi mano.— quiero ser fuerte pero ya no tengo fuerzas la situación con mamá cada día se me escapa de las manos, no se qué hacer…. Te necesito.
Comencé a llorar allí sentada. Necesitaba a mi papá, él sabía cómo resolver las cosas, era un hombre, valiente e inteligente.
Ya tenía mucho frío y la nieve caía más y más, los vientos más fuertes y el cielo más oscuro. Me levanté y me despedí. Aproveché y pase por la tumba de Jess a saludar y a platicarle un ratico.
Mi mente quería salir de esté lugar Pero mis pies y mi corazón se dirigieron a otro lado.
Allí estaba él. Sentado en esa fría lápida, con sus manos cubriendo sus ojos, una camisa manga larga negra, no tenía abrigo ni guantes, se va a enfermar con esta helada que está haciendo.
Poco a poco se fui acercando tratando de no hacer ruidos, pero escucharlo llorar me detuvo, nunca lo había escuchado y visto llorando, y verlo en está situación me duele mucho.
Volví a caminar poco a poco pero no fui tan silenciosa está vez, con mi pie pise una rama.
Tonta
Él alzo rápidamente su vista y se puso de pie, me imagino qué no podía distinguir bien de quién se trataba ya qué esta oscuro.
Seguí caminando hacia él. Él permanecía en su lugar sin moverse. Hasta que llegue a un metro de él.
—Julia.—dijo con su voz gruesa y temblorosa.
—Esta haciendo frío aquí.—Susurre.
—No tengo frío…
—No mientas…
—No lo hago…
Pude sentir el olor a alcohol y cigarrillos.
—¿Estás tomando?
—Lo estaba, la botella se acabó.— señaló una botella que estaba sobre la lápida.
—No deberías estar bebiendo.
—Tú no deberías estar aquí, tú papá está al otro lado del cementerio
Golpe bajo.
Su semblante cambió a arrepentido.—Lo siento, Julia.
Él intento acercarse a mi pero fallo en el intento ya que se tambaleó
Hice un movimiento para agarrarlo pero decidí alejarme un poco.
—¿Me odias?.—Pregunto.
El viento cada vez era más fuerte mi Cabello se movía por la brisa.
—No.— aseguré.
—Perdón por irme así.— Note el brilló en su mirada, a pesar de la oscuridad de la noche.
—No importa…
El viento más fuerte, los árboles se movían, las luces parpadean, la nieve está cayendo más fuerte.
—Deberíamos irnos.
—¿Por qué siempre le falló a las personas que me importan? Porqué soy tan… cobarde.— Se reprochó así mismo.— Cuando Fabi enfermó lo primero que hice fue alejarme por miedo, y ¿qué pasó? Theo intentó suicidarse, y cuando la vida me da una segunda oportunidad… te lastimó a ti.
—Mejor hablemos de esto después.
Negó con la cabeza.—Tu tenías muchos rollos como para yo enrollarte con los míos…. Y no es qué no confío en ti, claro qué lo hago, solo qué no quería involucrar te en mi batalla… no quería que te preocuparas más. Pero terminé arruinado todo.
—Agustín…
Fue lo único pronuncia antes que la cuidad quedará en silenció y oscuridad total
—Agustín.—lo llame asustada y preocupada.
Sentí una mano tomando la mía, sentí la sensación calidad de piel con piel. Su piel con mi piel.
—Estoy aquí.— Susurró en mi oído.— No voy a dejarte. No otra vez.
Me gire hacía él, no ví su rostro claramente pero si el brillo sus ojos, escuchaba con claridad los latidos de su corazón, mi mano bajo la calidad de la suya.
La nieve comenzó a caer con mucha más fuerza, los vientos y el frío iba en aumentó.
—Debemos irnos.— Anuncié.
Lo jale del brazo pero no se movió.—Agustín, es de noche hace frío, no hay luz y está Nevando. Debemos irnos.
—No me quiero ir.— Me soltó de la mano.
Se giró, fue y se sentó en la lápida de su hermana.
—¿Me estás jodiendo? ¿Hablas enserio?.— espete mientras me abrazaba a mi misma.
—Quédate conmigo… no me dejes solo.
Mi mamá.En mi cabeza solo pasaba ella y qué estaba sola en casa.
—¡Levántate!.— Ordené.— deja de comportarte como un idiota.
—No me quiero ir, Juliana. Theo tiene todo un puto día cocinando para nosotros y yo Tengo todo el puto día en la licorería.— paso sus manos por su rostro.— soy un idiota.
Me sentí aliviada cuando el lugar volvió a estar iluminado la electricidad había vuelto.—Agustín, no te quiero dejar aquí solo.
—Entonces quédate…
—No puedo… lo siento, por favor vuelve a casa.
Me gire en la dirección contraria, camine rápido antes de arrepentirme y volver con él. Salí del cementerio y camine hacia una tiendas de comida, compre algo para comer rápido y bajo la nieve regrese a casa.
—¡Mama, regresé!.— Grité desde la parte de abajo.
Deje la comida en la cocina y subí las escaleras, fui a la habitación de mamá y toque la puerta.—Está abierta pasa.— Escuché su voz.
—¿Trajiste comida?.
—Si.
—¿Le llevaste flores a tu papá?.
Me senté en la cama.—No. Saqué las flores qué lleve la última vez estaban secas, y cubiertas de nieve.
Ella solo asintió.
—Ya eres más ágil con la silla de ruedas.
—Si, estoy aprendiendo a llevarme bien con ella.
—¿Quieres chocolate caliente?
Ella asintió.— Ya vuelvo.
Baje las escaleras y mientras buscaba la olla para calentar el agua, me acordé que tengo el número de Agustín anotado en un cuaderno.
Así qué rápidamente fui a mi habitación a buscar el cuaderno, busqué en varios lugares y no lo conseguí hasta qué lo encontré. Saque mi teléfono del bolsillo y comencé anotarlo los dígitos.
Comenzó a repicar, un repique, dos repiques, tres repiques…
—¿Aló?
No era Agustín.
—Buenas noches con Agustín…
—Él no se encuentra. ¿Quién habla?
—Puedes irlo a buscar en el cementerio, esta borracho y, no se quiso ir, intenté ayudarlo pero no quiso.
Sentí el suspiró de frustración por la línea.— Eres juliana ¿verdad?
—Si…
—Gracias por avisarme… no sabía nada de él desde temprano.
—No te preocupes…¡feliz Navidad¡
—Gracias…¡ Feliz Navidad!.
Nota de la autora: saludos mis belinlectores quiero agradecer el apoyo y por esperar pacientemente las actualizaciones.✨ Falta poco para el final de esta historia 😢 ¿preparados?
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Mi nuevo cuidador
Teen FictionJuliana es una chica de 17 años sufre de una enfermedad , pero eso no la detiene al momento de querer salir, bailar...Ella vive con sus padres, son muy protectores y estrictos, no le permiten hacer nada de lo que hacen los jóvenes de su edad, cansad...