38. El Ángel Perdido:

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Hanagezuka Hotaru:

El momento que más debería temer cualquier ser humano no es el que ponga fin a sus días en el mundo de los vivos sino el día en que pierde por completo la inocencia, porque con el fin de esta sobreviene el advenimiento de las peores desgracias para este.

Mientras sanaba las heridas que le había causado al muchacho durante el entrenamiento de aquel día me preguntaba cómo era posible que alguien como él, con el peso que acarreaba sobre sus espaldas no se habla corrompido cuando personas que hablan pasado por mucho menos que él se retorcían en sus propios demonios, demonios que seguramente susurrarían constantemente en su oído y a cuyas palabras él parecía ser totalmente inmune.
—He estado dándole vueltas a un pensamiento durante este tiempo —comenzó a decir con tono vacilante.
—Te escucho —contesté terminando de aplicar un ungüento sobre las yagas en las palmas de sus manos y nudillos. Pese a que estas estaban en carne viva este a penas emitió un leve quejido seguido del sonido del aire al ser absorbido entre los dientes. Cuando se recompuso volvió a hablar.
—Quiero que sepa que aunque usted me esté entrenando para la lucha cuerpo a cuerpo y el manejo de armas, en la medida de mis posibilidades evitaré acabar con la vida de cualquier persona…
Alcé la mirada, aunque sabía que no me podía ver, sentí que sus ojos como los de la justicia me atravesaban, como si en silencio me preguntara con cuanta sangre mis manos se habían manchado. Sabía que por el momento esa duda todavía no se atrevía a ser planteada pero tarde o temprano tendría que enfrentar a ella.
—A veces las personas por más que intenten evitarlo no pueden evitar cargar con el peso de una muerte a sus espaldas… —mascullé bajando la mirada terminando de sujetar el vendaje con un trozo de esparadrapo. Solté su mano con cuidado y el se la sujetó con la que tenía libre contra su pecho mientras su semblante adoptaba una expresión meditabunda. Acto seguido se puso en pie y se dirigió a su habitación.

Guardé todo en el botiquín y lo llevé al armario del cuarto de baño y mientras lo dejaba en el lugar correspondiente me tuve que enfrentar a mi imagen en la bruñida superficie del espejo. Una fina cicatriz descendía atravesando verticalmente mi ceja izquierda pasando por mi párpado y muriendo en ése mismo pómulo. Mi mano, como si tuviera voluntad propia se dirigió hacia esta y con los dedos índice y corazón me la acaricié incapaz de evitar que me invadiera una avalancha de recuerdos agridulces.

🌹🌹🌹

La primera vez que vi a mi protegida fue dos días después de que su padre me contactara. Al parecer no le importaba mucho mi historial delictivo ni los motivos por los cuales había pasado cinco años de mi vida en la cárcel. Algo me decía que él era de las personas que creían a pies juntillas que el dinero tiene el poder de transformar a las personas en cuerpo y alma.

¡Qué estúpido!

No fue precisamente su asqueroso dinero lo que me transformó, sino la misma persona a la que debía de proteger.

Siendo la hija de un yakuza, había anticipado que no se trataría más que de otra mocosa consentida a la que los negocios turbios de su progenitor habían convertido en un monstruo codicioso como él. Sin embargo mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que nada podía alejarse más de la realidad.

Me hizo llamar para que la acompañase mientras realizaba unas compras y mientras me encaminaba hacia el lugar donde debía encontrarme con ella maldije entre dientes vaticinando que en unas pocas horas me vería ejerciendo ya no de guardaespaldas, si no de perchero andante acarreando de un lado para otro bolsas de Gucci, Cartier, Channel, y no sé cuantas más tiendas francesas con nombres que no sabía pronunciar adecuadamente y con ése toque de sofisticación que le dan los entendidos.

Pero una vez tomamos el coche, me pidió que fuésemos a un supermercado cualquiera. Allí compramos comida, fruta y verduras, pañales y un centenar de productos de higiene y limpieza. Aquello era demasiado extraño para las excentricidades de una muchachita con más dinero del que creía que podía administrar y con el maletero a rebosar nos dirigimos a una casa que en algún momento ya muy lejanos debió de haber conocido tiempos indudablemente mejores.

Nagisa se apeó del coche y con una sonrisa emocionada corrió a llamar al timbre antes de que me diera lugar a detenerla. Cualquiera que viviera al otro lado de aquella desvencijada puerta que se sujetaba en su sitio de puro milagro no dudaría en  intentar cualquier cosa al ver a una chica joven y bien vestida bajarse de un coche carísimo y acercarse a tan felizmente a una casa desconocida.

Con el corazón palpitando desbocado en mi garganta y sienes me bajé del vehículo y la reprendí por arriesgarse de esa manera sabiendo perfectamente quién era y de donde venía. Justo en ese momento una mujer envejecida por más responsabilidades de las que podía manejar, escuálida y desaliñada se asomó a la puerta con el ceño fruncido y al reconocer a la recién llegada lanzó un grito de alegría y se apresuró a abrazarla ante mi cara de completa confusión.

Así fue como descubrí que a veces a la tierra caen ángeles que se pierden entre tanta gente con el alma podrida.

Dosgatosescritores:

¡Hola y perdonad por la tardanza!

¡De verdad, la vida no me da para más! Hahaha.

Hoy os he traído un capitulo quizá un tanto inesperado pero que considero necesario para el buen progreso de la trama. Creo que es necesario conocer todos los puntos de vista para darle mayor consistencia a las historias.

Por otro lado, ¿creéis que Himejima sería capaz de matar aunque fuera solo una mosca?

Por el momento me despido esperando poder actualizar más seguido.

¡Un abrazo enorme para todxs vosotrxs!

Ilumina Mi Oscuridad. 📿HimeSane🌪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora