Capítulo 28

851 108 78
                                    

(Narra Law)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(Narra Law)

Desde luego, hablar con aquella mujer era lo que menos me apetecía. No se me ocurría otra cosa que me diera tanta agonía como aquello.

Y más cuando se suponía que debía pasar tiempo con (TN) antes de irme de viaje.

No iba a negar que ignoré por completo a Nyoko mientras caminábamos hacia mi portal, incluso mientras subíamos por el ascensor.

—Vaya, una casa muy mona... —comentó nada más entrar—. ¿La compartes con esa chica?

—¿Qué es lo que quieres? —cuestioné. No quería hablar más de lo necesario.

—Ay, Law... Pensaba que está chica te habría hecho algo más agradable. ¿Sigues igual de amargado?

—Solo porque tú estás aquí.

—Oye... Solo he venido para que tuviéramos una última charla agradable —apuntó ella, haciendo pucheros. Me quedé en silencio, esperando a que continuara—. Creo que... Hice mal en dejarlo como lo hice, pero me daba mucha rabia tener esa sensación de que no me querías.

—Es que nunca llegué a sentir nada por ti. Lamento que empezáramos algo de aquella forma. No tuvo sentido desde el principio.

—Yo sí llegué a sentir algo, y fue todo horrible. Día tras día.

Sentí algo de compasión por ella. Nyoko tuvo el valor de hacer lo que yo no pude: dejarlo estar.

En algún momento pensé que aquello sería buena idea. Que nos conocíamos desde pequeños, que nuestros padres eran amigos... Sentí de algún modo que a ellos les hubiera gustado que estuviésemos juntos.

—Lo lamento —insistí, de forma escueta.

—No hay ninguna forma de que volvamos a intentarlo, ¿verdad? —inquirió, sin mirarme.

—No.

—¿Y si no estuvieras con esa chica? —persistió.

Volví a negar y estuvo haciendo algún comentario más y luego comenzó a hablar de algunas cosas del pasado, al menos durante cinco minutos.

No sabía cómo cortarla. No podía evitar sentirme mal por ella. Sin embargo, por más que hablara, no había modo alguno de que volviéramos a estar juntos.

Por suerte, poco después, el sonido de mi móvil que indicaba una llamada entrante cortó la conversación.

Lo saqué de mi bolsillo y vi el nombre de Penguin escrito en la pantalla.

—Voy a atender la llamada y voy a buscar tus cosas —anuncié.

Supuse que quería que le devolviera un reloj y un par de accesorios más que me regaló en su momento. Era lo único suyo que tenía. Los guardé en una caja y allí estaban, cogiendo polvo.

Giros del destino «Law x Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora