(TN) vive con su padre Gold D. Roger y su hermanastro Portgas D. Ace, en las a fueras de una ciudad de Estados Unidos. Su padre sufre una depresión y, finalmente, es internado en un centro psiquiátrico. Los dos hermanastros deben trabajar para sacar...
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(Narra TN)
—Bueno, chicos y chicas, nos vemos en la próxima clase —anunció la profesora de la última asignatura de aquella mañana—. Parecéis un grupo muy participativo, serán unas clases muy interesantes. Prepararos porque la próxima empezaremos con el primer tema.
—Muchas gracias, profesora Derricks —me despedí, tras activar el micrófono, al mismo tiempo que el resto de compañeros.
Móvil el cursor y pulse para salir de la videoconferencia.
Había sido una mañana intensa. Aquel semestre tendríamos cinco asignaturas y aquel primer día había sido la presentación de cada una de ellas.
Nos habían explicado cómo iban a funcionar las clases, los trabajos, el examen, la evaluación...
A partir del próximo día comenzaríamos con el horario normal de clases.
Éramos unas treinta personas y había un poco de todo. Algunas no habían intervenido en toda al clase, otras no paraban de preguntar tonterías que atrasaban la explicación y otras que intervenían cuando tocaba. Yo era de esas últimas.
Habíamos acabado un rato antes de lo previsto, así que me tenía tiempo de sobra para llegar a comer con Law.
—Papá, ya he acabado las clases. Me voy yendo hacia la consulta —informé, tras salir de la habitación.
—Vale, cariño —murmuró él, sin despegar los ojos del portátil. Estaba buscando ofertas de trabajo—. Ven aquí a darle un beso de despedía a tu padre.
Me acerqué y le di un rápido beso en la mejilla.
Tras el recorrido en autobús, por fin llegué a la parada. Había olvidado lo aburrido que era, aunque la música lo hacía más ameno.
Cuando estaba a punto se llegar al portal de la consulta comencé a rebuscar en el bolso para coger las llaves. Sin embargo, parecía que habían decidido desparecer, ya que no había manera de dar con ellas.
Por suerte, alguien salía del edificio en aquel momento.
—Hola —me saludó una despampanante mujer con el cabello tintado de verde. Sujetó la puerta para que pudiera pasar.
—Buenas tardes —le devolví el saludo mientras entraba en el edificio.
Subí las escaleras a paso rápido, mientras continuaba rebuscando en el maldito bolso. Por fin di con las llaves.
—¡Buenas tardes! —saludé, tras cerrar la puerta. Me di la vuelta y observé la sala de recepción, pero no estaba la nueva secretaria.
—Buenas tardes, (TN)-ya —saludó Law, desde el pasillo. Caminó hasta a mí y me dio un corto y suave beso.
—¿No está la chica nueva? —pregunté. Me hubiera gustado coincidir, para darle la bienvenida.
—Ha salido hace poco, puede que te la hayas cruzado subiendo.
