(TN) vive con su padre Gold D. Roger y su hermanastro Portgas D. Ace, en las a fueras de una ciudad de Estados Unidos. Su padre sufre una depresión y, finalmente, es internado en un centro psiquiátrico. Los dos hermanastros deben trabajar para sacar...
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(Narra Law)
Cuando (TN) salió por la puerta de la consulta, me quedé perdido en mis pensamientos. Estaba confundido. La tensión sexual entre los dos ya se notaba mucho antes de que se hubiera quedado a dormir a mi casa. De hecho, creo que se notó desde el primer momento en que entró a mi despacho por primera vez.
Había estado evitando cualquier tipo de acercamiento, porque era consciente de lo que conllevaba dar ese paso. Yo era una persona solitaria, poco habladora, prácticamente nada sentimental... En definitiva, no servía para estar en ningún tipo de relación. Había quedado bastante claro desde que mi ex prometida me lo explicó con todo detalle.
No es que estuviera pensando en tener una relación seria con (TN). Tal vez ella tampoco hubiera pensado en eso. Tal vez... Solo necesitábamos romper esa tensión que se había creado entre nosotros. El problema era que nos veíamos prácticamente todos los días. ¿Tendría que cambiar nuestra relación? ¿Debía ser más amable? ¿Más cariñoso? ¿Hacer cómo si nada? No quería hacerle sentir incómoda o que se sintiera mal, pero me era prácticamente imposible resistirme cuando estaba cerca de ella. Aquella noche en mi casa, cuando se abrió y me contó aquello sobre su madre... Me sentí bien por el hecho de que tuviera la confianza de contármelo. Verla tan sincera y vulnerable. Una parte de ella que no solía mostrar. Hace tan solo unos minutos, cuando me había pedido el beso, sabía que no iba acabar bien el asunto. El detonante había sido escucharla susurrar mi nombre. Por fin había escuchado de nuevo mi nombre en su boca, y eso solo había aumentado mis ganas de hacérselo gritar entre gemidos.
Me llevé una mano a la cabeza. No debía darle tantas vueltas al tema. Lo mejor era dejar que todo fluyera y ver cómo evolucionaba. Iba a ser difícil porque la improvisación no era precisamente uno de mis puntos fuertes. No tenerlo todo bajo control lograba desesperarme.
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Ya había pasado el fin de semana. Habían sido dos días tranquilos, encerrado en casa con mis libros de medicina. Bueno, también había estado un rato charlando con mis amigos. No estaba nada mal escuchar a esos idiotas de vez en cuando. No iba a negar que echaba algo de menos sus tonterías. Durante las vacaciones de Navidad me iría a pasar unos días a Tokio. No solo pasaría tiempo con mis amigos, sino que podría visitar a mi hermana y a mi sobrina. Aunque pare mí no fueran unas fechas muy especiales, sabía que a ella le hacía ilusión.
Por otra parte, había experimentado pensamientos algo inusuales. En varios momentos, me había quedado con el móvil en la mano, leyendo la escasa conversación que había tenido con (TN) por el chat. Estuve pensando en hablarle. Aquel momento del viernes se cortó con demasiada brusquedad y no entendía por qué tenía esas malditas ganas de mandarle un mensaje. Parecía un estúpido adolescente. Tonterías.
