Capítulo 4

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(Narra Law)

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(Narra Law)

Ya había pasado más o menos un mes desde que había comenzado mi trabajo en la consulta. Se podría decir que ya me había acostumbrado a mi nueva rutina. No había sido muy complicado. La soledad era algo que apreciaba. Vivía sin compañía y solo tenía una compañera de trabajo. No estaba nada mal. Lo único que no me gustaba era la ubicación de mi piso. Estaba bastante próximo a la zona donde se encontraba una de las discotecas más frecuentadas de la ciudad y, por tanto, los fines de semana se armaba más alboroto del necesario por mi calle. En fin, no todo podía ser perfecto.

Ese fin de semana era mi cumpleaños. Llegaría nada más y nada menos que a mis veintisiete años. Mis mejores amigos habían pensado que era buena idea auto-invitarse a pasar el fin de semana en mi casa, y unos cuantos días más. Habían cogido vacaciones expresamente para pasar ese día especial conmigo. No podía quejarme. A veces echaba de menos sus estupideces. Me ayudaban a distraerme.

Ese día llegué de nuevo a la consulta más temprano de lo que tocaba. Había mañanas que me despertaba demasiado pronto, debido a los problemas de insomnio que padecía. La mayoría de las noches dormía como mucho dos o tres horas. Algunas incluso menos. Cuando me despertaba temprano acudía antes al trabajo. (TN) no tardó mucho en llegar. Tan puntual como siempre, cosa que me gustaba. Escuché sus pasos venir hacia mi despacho unos minutos después de cerrar la puerta. Siempre veía para recordarme las citas, aunque me las apuntara siempre.

—Adelante —indiqué, al escucharla golpear la puerta.

—Buenos días doctor Trafalgar —saludó, mientras entraba al despacho. Me quedé ligeramente sorprendido. No iba a negar que la visión que tenía ante mí era realmente exquisita. Esa minifalda ajustada y la blusa blanca quedaban muy bien en su cuerpo—. Mmm... Venía para recordarle las citas del día de hoy.

—Sí, claro. Buenos días (TN)-ya —dije, después de aclararme la voz. Le había mirado demasiado mientras estaba en silencio. Debía pensar que era un baboso. Por supuesto no era algo típico de mí. Dirigí mi vista al ordenador mientras ella hablaba.

—Y esto sería todo. Si no me necesita, me retiro —comentó, mientras cerraba su agenda.

—Bien. Si necesito algo se lo haré saber —dije, sin apartar la vista de la pantalla. No quería volver a quedar como un idiota. Escuché que cerraba la puerta y se alejaba.

Me recosté sobre la silla mientras se me escapaba un ligero suspiro. Claramente estaba exagerando. Había sido todo demasiado rápido, no debía haberse dado cuenta. Además, una de mis cualidades era mi inexpresividad. Debía relajarme. Todo estaba bajo control. Ya llevábamos un mes trabajando juntos y todo había ido bien. Estaba más que acostumbrado a su presencia, un pequeño detalle no iba a estropear nada.

La mañana fue bastante agitada. Tuve cuatro citas seguidas. Dejaba bastante tiempo entre paciente y paciente, ya que quería atenderles adecuadamente y a la hora acordada. Los hombres y mujeres de avanzada edad conseguían exasperarme de vez en cuando. Eran demasiado exagerados y dramáticos. Incluso era difícil convencerles de que no les pasaba nada grave. En fin, quería acabar de ordenar algunos papeles. Claramente no tendría tiempo. Tan solo faltaban diez minutos para ir a comer. Aunque, bueno, puede que con ayuda extra... Descolgué el teléfono y marqué el uno para llamar directamente a (TN).

Giros del destino «Law x Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora