Epílogo

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(TN) volvía a casa tras una intensa jornada de trabajo

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(TN) volvía a casa tras una intensa jornada de trabajo. Hacía ya un par de años que había acabado la carrera de psicología y le habían contratado en el centro privado donde hizo las prácticas.

Durante los primeros meses le costó no llevarse los problemas de sus pacientes a casa, pero con le tiempo se fue acostumbrando a separar el trabajo de su vida privada.

—¡Ya estoy aquí! —anunció, tras abrir la puerta.

Se habían comprado un piso en el centro de Nueva Orleans que no estaba nada mal. Salón comedor unido con la cocina, cuarto de la colada, dos baños, habitación de matrimonio y tres habitaciones más.

—¡(TN)! —Una niña de unos diez años de edad se abalanzó sobre ella antes de que pudiera quitarse el abrigo.

—Hola, Katie, cariño. ¿Cómo ha ido la tarde? —preguntó, tras darle un beso en la cabeza.

—He hecho los deberes con Rachel. Los he acabado todos así que podremos ver una peli mientras cenamos. ¿Verdad, verdad, verdad? —inquirió una y otra vez la pequeña de cabello rubio y profundos ojos azules.

—Claro que sí. Puedes ir eligiéndola mientras voy preparando la cena. Law no tardará en llegar.

La niña, satisfecha con la respuesta, volvió a corretear en dirección hacia el sofá.

Rachel, la niñera, apareció en el salón en cuestión de segundos, con una pequeña de unos tres años en sus brazos.

—Hola, (TN). Ya están las dos duchadas y con el pijama puesto —le comentó, acercándole a la criatura de cabello castaño y ojos verdes. La peli(t/c) la tomó en brazos.

—Mami —le saludó, dándole un beso en la mejilla.

—Hola, hola Emma. —Le devolvió el beso y dirigió su mirada de nuevo a la trabajadora—. Muchas gracias, Rachel. Nos vemos mañana.

—Nos vemos mañana, renacuajas. Hasta mañana (TN).

Tras conseguir que las dos pequeñas se quedaran sentadas en el sofá, la peli(t/c) se dirigió a la cocina. Tocaba preparar algo de cenar para toda la familia.

Katie y Emma no eran sus hijas, al menos no de sangre. Ambas llevaban dos años en aquella casa.

Llegó un momento en el que Law y (TN) sintieron ganas de ampliar la familia. No es que lo buscaran desesperadamente, tan solo dejaron fluir las cosas; pero no hubo éxito.

Decidieron entrar en el sistema de acogimiento familiar y ofrecer su hogar a niños y niñas que lo necesitaran.

Katie fue la primera, se la llevaron a casa cuando tenía ocho años y siempre fue muy agradecida desde el principio. Tenía claro que no eran sus padres y que algún día volvería con su madre biológica, cuando se recuperara de su problema.

Giros del destino «Law x Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora