𖦆 🍼 ֺ ( CAPÍTULO 2 ) ▸ .🐇𖧧 ࣪

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Aquella canasta, que parecía ser completamente inofensiva, llevaba dentro una bebé

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Aquella canasta, que parecía ser completamente inofensiva, llevaba dentro una bebé.

¿Están escuchando lo que estoy diciendo?

Una bebé.

Remus observó la pequeña humana de, tal vez, unos 30 centímetros de tamaño con total atención. Su mirada castaña con la azulada de la bebé chocaron, como dos galaxias completamente diferentes se juntan entre sí, pero esta vez sin una explosión catastrófica.

El chico de cicatrices no contó cuánto tiempo estuvo observando, incrédulo, a los ojos de la criatura debajo suyo. No fue hasta que la pequeña niña soltó una risa digna de admirar que Remus pudo al fin reaccionar.

Alzó con sumo cuidado la canasta con la bebé en ella y entró a la casa, no sin antes mirar hacia todos lados; buscando a la persona que haya sido capaz de dejar a la pobre niña sola, en una casa desconocida y con tres grados centígrados como temperatura máxima del día. La colocó en la pequeña mesa para una sola persona, como si fuera un paquete normal que recibiría un domingo a la tarde, e inmediatamente llamó a la única persona capaz de solucionar el nuevo problema que había aparecido en su vida.

Andrómeda Black.

Buscó el teléfono fijo muggle –que con esfuerzo se había comprado hace cinco meses atrás– y marcó con dificultad el número de la casa donde vivía el matrimonio Tonks y su pequeña hija, a la misma vez de que no quitaba la vista de la cesta, con la pequeña bebé comenzando a quejarse de no ver a nadie más que al descuidado techo de la cabaña.

Los sonidos que hacía eran... tiernos.

Dos, tres, cuatro tonos esperando a escuchar una respuesta. Cuando tocó el sexto, Remus escuchó una voz hablar.

Hola, ¿Quién es? —se oyó la voz de Ted Tonks a través del altavoz.

—Uhm... Hola. ¿Está Andrómeda por ahí? —el castaño preguntó con amabilidad, pero aún con los nervios a flor de piel. El teléfono en su oreja temblaba gracias a la mano que lo sostenía.

Sí, en un segundo se la paso. ¿De parte de quién?

—Remus Lupin.

Oh —la voz del metamorfomago pareció sorprenderse al saber que era Remus con quien hablaba, pero intentó disimularlo—... Está bien, sólo espera a que la llame —luego de esas palabras, Remus pudo ser testigo de lo alto que Ted podía gritar cuando quería. También escuchó a la chillona voz de su pequeña hija de apenas ocho años, preguntando con quién hablaba su padre. Hasta finalmente escuchar pasos bajando escaleras y la inconfundible voz de Andrómeda preguntarle a su esposo con quién hablaba—. ¿Lupin, sigues ahí?

—Sí.

Me alegra saber de , amigo. Cuídate —se oyó un movimiento del teléfono, y luego Andrómeda habló—. ¿Hola?

𝙂𝙤𝙙 𝙞𝙨 𝙖 𝙬𝙤𝙢𝙖𝙣 - 𝗿𝗲𝗺𝘂𝘀 𝗹𝘂𝗽𝗶𝗻! 𝗽𝗼𝘀𝘁 𝘄𝗮𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora