𖦆 🧚🏻‍♀️ ֺ ( CAPÍTULO 15 ) ▸ .🐇𖧧 ࣪

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• advertencia •este capítulo contiene menciones de tortura, sangre y muerte

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La mala respiración y los latidos acelerados era lo único que Remus escuchaba en sus tímpanos.

Se imaginó los peores escenarios que podían haberle pasado a Maia, a su pequeña hija. El estómago quería hacerle vomitar y todo su cuerpo temblaba, además de que su visión se comenzó a ver negra. No se había sentido así desde... desde James.

Los recuerdos de aquella noche parecieron revivir como fantasmas alrededor del castaño, mientras gritaba el nombre de su hija, tal y como lo hizo un 31 de octubre de 1981.

— No, no, no. No otra vez, por favor —susurró mientras tambaleaba en sus pasos, antes de volver a llamar el nombre de su hija.

Era algo parecido a un espejismo.

A su lado se encontraba una versión suya de veintiún años, agachado en sus rodillas con una carta en sus manos. Eso fue segundos antes de levantar la cabeza y gritar con todas sus fuerzas, intentando apaciguar un dolor imposible de desaparecer.

No. No va a pasar lo mismo.

Sus piernas le fallaron cuando intentó correr más rápido para encontrarla. Cada segundo que pasaba sin ver los ojos azules cielo de Maia, era como desfallecer y sentir mil veces el dolor tan conocido de los huesos rotos en luna llena.

Estaba en el suelo. Quería levantarse pero sus fuerzas eran nulas.

Estaba desesperado.

— Alguien... ayúdeme —la voz le salió en un hilo para nada resistente. Su cara por fuera estaba caliente debido a las lágrimas, pero dentro suyo había más frío que en la Antártida.

De pronto, ya no fue "Remus, el hombre que pudo seguir adelante después de una gran tragedia, y que tuvo una hija tan hermosa como las olas del mar".

De pronto, fue ese niño que se abrazaba a sí mismo en el sótano, llamando a sus padres, y preguntando qué hizo mal como para merecer ser castigado de esa manera. En un solo segundo se convirtió en el preadolescente que tenía miedo de hacer amigos, por el simple hecho de sus feas cicatrices y del monstruo que los demás hicieron que creyera que él era. Se transformó en el recién adulto que despedía a la profesora McGonagall arriba de una escoba y con un diploma de egresado en sus manos.

De pronto, fue el chico de las desgracias, que había sido abandonado por toda su familia, en un mundo en el que la gente podía ser tan cruel, que lastimaba más que cientos de cuchillas en la piel de un recién nacido.

— ... ¡y ve a buscarla! —una voz lo sacó de su estado deplorable.

Una voz que conocía muy bien.

𝙂𝙤𝙙 𝙞𝙨 𝙖 𝙬𝙤𝙢𝙖𝙣 - 𝗿𝗲𝗺𝘂𝘀 𝗹𝘂𝗽𝗶𝗻! 𝗽𝗼𝘀𝘁 𝘄𝗮𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora