𖦆 🍼 ֺ ( CAPÍTULO 6 - especial Navidad -) ▸ .🐇𖧧 ࣪

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Era nochebuena, pero Remus ni siquiera quería pensar en eso

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Era nochebuena, pero Remus ni siquiera quería pensar en eso.

Armando la nueva cuna que compró para Maia, el castaño intentaba mantener su mente distraída de cualquier pensamiento que pueda ser capaz de deprimirlo. El día siguiente sería Navidad; la primera sin su familia.

Para Remus, sus mejores amigos eran su familia. No había Remus sin los Merodeadores. No había Remus sin ellos

Hace un tiempo atrás, aquella frase quedaba como nada más que una metáfora, la cual el chico de cicatrices siempre tenía en mente. Sabía que si llegaba a perderlos, él no seguiría siendo el mismo. Había aprendido a vivir con el miedo de un día despertarse y darse cuenta que su vida casi perfecta había sido todo un sueño. Que de un día para otro volvería a estar condenado a pasar el resto de su vida solo.

El problema vino cuando sus peores pesadillas se volvieron una realidad.

Ahora, Remus estaba condenado a verlos solamente en sus sueños. Ahí es donde podía volver a ser feliz, a escuchar sus risas y abrazarlos hasta sentir que les quitaba la respiración. Escuchaba todo, pero deseaba que ellos nunca hablaran. Rogaba por aquello, porque tenía miedo de despertarse de un sueño en el que los podía ver.

Tenía miedo de haber olvidado el sonido de sus voces.

Dio un golpe más fuerte al clavo con el martillo. Por suerte, no se había pegado de lleno en el dedo índice de su mano izquierda. Aunque el castaño sabía que de ser así, no le hubiera importado, pues el dolor físico era el único que lo devolvía al mundo real, sacándolo de la agonía de su mente y los recuerdos.

Remus, para ser sincero, ya no sabía en cuál de los dos lugares se sentía peor. Lo que sí sabía era que en cualquiera de los dos, sus demonios no podían ser ignorados. Intentar ahogarlos no era suficiente, sabían cómo nadar. Sabían cómo salvarse y vivir apegados al castaño, haciéndole la vida imposible.

El chico de cicatrices sintió que dos pequeñas manos se apoyaban en su pierna. Miró un poco hacia abajo y se encontró con los penetrantes ojos azules de Maia, mirándolo con una sonrisa en los labios. Remus le acarició la cabeza, sin saber cómo reaccionar, como si la niña fuera un perro. La mencionada estuvo dos segundos más apoyada en el castaño, pero luego se fue gateando hacia un lado del marco de la puerta, donde se encontraban sus nuevos juguetes.

—Te gustaron tus regalos, ¿no es así? —preguntó Remus viendo a la ojiazul agitando de arriba a abajo a su conejo de peluche, con la boca abierta en una "O" como si esa acción fuera lo más asombroso que haya visto en su corta vida.

Tal vez sí que fue así, teniendo en cuenta la madre que tenía.

Sheila Crawford fue una de las peores personas que Remus pudo haber conocido en su vida. Se dice que todo Slytherin tiene una maldad pura en su corazón, y que fueron elegidos en esa casa porque sus destinos se resumían en uno solo; ser mortífagos. Pero quien haya comenzado ese rumor, no había conocido a la pelirroja Crawford.

𝙂𝙤𝙙 𝙞𝙨 𝙖 𝙬𝙤𝙢𝙖𝙣 - 𝗿𝗲𝗺𝘂𝘀 𝗹𝘂𝗽𝗶𝗻! 𝗽𝗼𝘀𝘁 𝘄𝗮𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora