𖦆 🧚🏻‍♀️ ֺ ( CAPÍTULO 16 ) ▸ .🐇𖧧 ࣪

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"Father and daughter stay together 'till the battle is done"

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"Father and daughter stay together 'till the battle is done"

Era como jugar a las escondidas.

Que no te encuentren.

Maia y Remus solían jugar todo el tiempo al busque y encuentra, con pequeñas modificaciones hechas; a ella le encantaba esconderse en lugares no tan comunes, y a él le gustaba asustarla cuando la atrapaba por la espalda al haberla encontrado.

Ahora, estaba sin su papá y, si la gente mala la llegaba a encontrar, no quería imaginar lo malas que podrían llegar a ser con ella.

Maia recordaba todo lo que había pasado antes de desmayarse, pero seguía sin saber dónde estaba. Por las camillas y los pasillos, parecía que se encontraba en un hospital (además de que llevaba puesta una fea bata, que sabía que lo usan los enfermos cuando esperan a que un medimago los atienda). 

Escuchaba pasos viniendo de todos lados. Sin embargo, cuando la niña abandonaba su escondite, dentro de un cajón grande escritorio, y se arriesgaba a mirar por debajo de la puerta, no veía a nadie pasar. Estaba todo oscuro. Era como si pudiera escuchar a mil corazones latiendo juntos, pero sin un cuerpo físico que los pudiera sostener. 

No entendía nada de lo que le estaba pasando.

— ...  Verificaremos el estado del producto, señor. Entrando a la habitación en 3... 2... 1... —se escuchó una voz ahogada detrás de la puerta y, luego, cómo rompían la puerta de madera para entrar con éxito a la habitación donde Maia se escondía.

La pequeña pudo ver por la cerradura del cajón que más de ocho hombres, armados con varitas y protegidos por grandes ropas, entraban como si de un misil se tratara. Todos juntos, en fila, juntos, juntos, juntos

Eran sus corazones a los que escuchaba.

Cuando no la encontraron en la cama, cada uno de ellos se alteró de distintas maneras; algunos gritaron de furia, otros miraban hacia todos lados con miedo, y hubo una que otra persona que había quedado en shock, mirando fijamente la camilla desordenada.

— ¿Qué hacemos ahora, jefe? —uno de los que se había quedado tieso mirando la camilla, preguntó. Era de baja estatura, escuálido y tenía ojeras en los ojos, además de que la piel súper blanca y el cabello negro lo hacía ver más enfermo aún.

Nadie le respondió.

— Señor, ¡la maldita niña se ha ido! ¿¡Qué hacemos?!

— Es joven —respondió otro de los hombres, esta vez era robusto y con voz extremadamente grave para el gusto de Maia, después de unos cinco segundos de completo silencio—, ni siquiera le comenzaron a caer los dientes de leche. Dime, Shanter, ¿acaso le tienes miedo a una niña de tres años?

Maia frunció el ceño; ella tenía toda una mano completa de años, cinco, no tenía tres.

— No le tengo miedo a la niña, señor, le tengo terror a lo que la acompaña. Usted también debería.

𝙂𝙤𝙙 𝙞𝙨 𝙖 𝙬𝙤𝙢𝙖𝙣 - 𝗿𝗲𝗺𝘂𝘀 𝗹𝘂𝗽𝗶𝗻! 𝗽𝗼𝘀𝘁 𝘄𝗮𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora