Llevaban al menos unos diez minutos sumidos en un silencio incómodo.Ninguno de los dos se animaba a hablar. Andrómeda estaba tan shockeada que las palabras no salían de su boca, y Remus todavía no podía creer que finalmente se había desahogado con alguien después de todo aquel suceso que, probablemente, haya sido lo peor de toda su vida. Y es que no era fácil asimilar lo ocurrido. Apenas habían pasado dos meses de eso y Andrómeda aparecía en su casa exigiendo que él se vuelva el nuevo padre de la niña de ojos celestes, la cual se encontraba jugando con el diminuto trozo de tela que simulaba ser una manta de su canasta.
El único sonido que se podía escuchar eran sus quejidos, los cuales salían cada vez que la manta se le caía en la cabeza, para después volver a patear sus diminutas piernas aquella tela. Remus levantó la mirada del suelo y se armó de valor para mirar a Andrómeda a los ojos. Una vez que lo hizo, pudo ser testigo de las lágrimas acumuladas en los ojos de su amiga. Ojos que brillaban en dolor, preocupación y angustia. Pero, ¿por qué estaba llorando si apenas y le había contado una parte de su propio dolor?
No era para tanto.
Alguien como ella no debería estar sufriendo por alguien como él. Por un monstruo. Porque, a fin de cuentas, eso es lo que era. Un monstruo que, por desgracia, podía sentir. Y para Remus, aquel era el peor castigo que había podido recibir.
Porque si tan solo se hubiera alejado de James, tal vez habría podido cambiar algo. Si hubiera insistido un poco más en las sospechas que tenía hacia Sirius por ser un Black, su mejor amigo y amiga en el día de hoy estarían parados a su lado en la cabaña. Si no se hubiera enamorado de la persona equivocada...
—Remus John Lupin —Andrómeda habló tan pausadamente y con los dientes tan apretados que ni siquiera el castaño se esperaba tal furia de su parte—. Vas a levantar cada una de las botellas de whisky que hay en el piso, sacarás cada frasco de vidrio que tenga alcohol y lo tirarás por el inodoro, te pondrás a limpiar cada rincón de esta casa y te harás cargo de esa niña, carajo.
—No —Remus negó, y su voz se quebró a media palabra. Sintió su rostro contraerse, y no le importó hacer esa típica cara rara suya cuando lloraba de verdad, no le importó nada. Estaba seguro de que su rostro se había vuelto rojo por la fuerza que hizo para intentar no llorar. Ese esfuerzo fue inútil. Remus sintió un dolor insoportable en su cabeza, y supo que fue por la cantidad de veces que había llorado en menos de doce horas.
El rostro de Andrómeda se suavizó un poco al ver la vulnerabilidad del castaño, y suspiró antes de hablar: —Remus, sé que estás pasando por un muy mal momento. Te aseguro que yo me siento tan terriblemente mal como tú. Más al saber que el culpable de todo esto ha sido... mi primo —murmuró casi con miedo al decir aquella palabra, como si estuviera haciendo un crimen—. Te juro que si hubiera otra opción, me llevaría a la pequeña conmigo, porque sé que es todo un trabajo y una enorme responsabilidad para una sola persona.
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𝙂𝙤𝙙 𝙞𝙨 𝙖 𝙬𝙤𝙢𝙖𝙣 - 𝗿𝗲𝗺𝘂𝘀 𝗹𝘂𝗽𝗶𝗻! 𝗽𝗼𝘀𝘁 𝘄𝗮𝗿
FanfictionRemus John Lupin tenía tan solo 21 años cuando perdió a todos los que amaba. Dos mejores amigos muertos y el tercero encarcelado en Azkaban por ser la razón de su desgracia. Que aparezca una tierna bebé en la puerta de su vieja y agrietada casa...