𖦆 🧚🏻‍♀️ ֺ ( CAPÍTULO 18 ) ▸ .🐇𖧧 ࣪

244 46 1
                                    

Remus Lupin se encontraba sentado junto a la cama del hospital, donde su hija Maia descansaba después de la terrible experiencia que habían vivido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Remus Lupin se encontraba sentado junto a la cama del hospital, donde su hija Maia descansaba después de la terrible experiencia que habían vivido. El rostro cansado y preocupado del padre reflejaba el peso de la responsabilidad que ahora tenía sobre sus hombros. Observaba a Maia con ternura, agradecido de que estuviera a salvo, pero también lleno de angustia por lo que habían enfrentado.

Maia, de cinco años, se encontraba profundamente dormida. Aunque los acontecimientos del día anterior habían sido aterradores, la niña no recordaba nada de ellos. Remus suspiró aliviado por ello, deseando protegerla de cualquier mal recuerdo que pudiera perseguirla.

Su pequeño rostro reflejaba la inocencia de la infancia, sin rastro de los horrores que había presenciado el día anterior. Remus le acarició la frente, sabiendo que su pequeña no recordaba nada de aquellos magos oscuros que habían amenazado su vida. La pequeña ojiazul abrió los ojos y enfocó su vista en su padre, regalandole una sonrisa dormilona, y luego los volvió a cerrar.

El de cicatrices decidió aprovechar aquel momento de calma para intentar alegrar el ánimo de Maia. Se acercó a la cama y se sentó a su lado, tomándole la mano suavemente.

— Maia, cariño, ¿te gustaría que te cuente algunos chistes? —preguntó Remus con una sonrisa en el rostro, deseando arrancar alguna risa de su hija.

La niña abrió lentamente los ojos, revelando una mirada soñolienta pero curiosa. Asintió con entusiasmo, mostrando su confianza en las habilidades cómicas de su padre.

Remus se esforzó por contar los chistes más graciosos que conocía. Hizo muecas exageradas y usó su varita para transformar su rostro en el de un avestruz. Maia soltó una risa contagiosa, olvidando por un momento las preocupaciones, el dolor que habían experimentado y el lugar incómodo en el que estaba acostada.

— ¡Eres el mejor papá del mundo! —exclamó Maia entre risas, admirando el ingenio y la dedicación de su padre por hacerla reír. Las palabras de la pequeña resonaron en el corazón de Remus, llenándolo de gratitud y amor. A pesar de sus luchas internas y dudas, la pequeña ojiazul seguía considerándolo el mejor papá del mundo.

En ese instante, los médicos entraron a la habitación, trayendo consigo un aire de esperanza y alivio. Observaron a Maia con una mezcla de satisfacción y preocupación, asegurándole a Remus que la niña estaba en buen estado de salud y que ya podía comer lo que deseara.

— ¡Si! ¡Leche con galletitas de chocolate! —festejó con entusiasmo la niña.



























— ¡Si! ¡Leche con galletitas de chocolate! —festejó con entusiasmo la niña

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝙂𝙤𝙙 𝙞𝙨 𝙖 𝙬𝙤𝙢𝙖𝙣 - 𝗿𝗲𝗺𝘂𝘀 𝗹𝘂𝗽𝗶𝗻! 𝗽𝗼𝘀𝘁 𝘄𝗮𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora