𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐨 𝐋𝐨𝐯𝐞 || 𝐑𝐨𝐛𝐛𝐲'𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐨𝐧

·13·

TW: Relaciones sexuales detalladas.

𝐑𝐨𝐛𝐛𝐲

—Señor LaRusso, está aquí—dije parándome frente a una estantería.

—No, ese podría ser para colgar el estante, el tornillo haría toda la fuerza, al final el peso acabaría ganando—explicó el señor LaRusso—. Necesitamos uno de mariposa.

Empezó a buscar por el estante.

—Este de aquí—dijo dándomelo.

—No es tan grande—dijo Hannah.

—No, pero tiene un secreto—contestó Daniel—. ¿Veis este resorte? Cuando atraviesa la madera se abre y usa toda la pared para sostener el estante.

—Creo que entiendo la metáfora—dije sonriendo—. ¿Está diciendo que en la vida no puedo hacer todo solo y debo confiar en otras personas?.

—Nah, solo te enseñaba bricolaje—contestó el señor LaRusso—, pero si ves una metáfora ahí eres mejor alumno que yo.

Solté una pequeña risa.

—Ey, el hombre de Metallica, tu espejo ya está listo, solo tiene que ir a pagarlo—dijo uno de los trabajadores de la tienda.

—Johnny...—murmuró el señor LaRusso haciendo que me girara.

—Wow, LaRusso Autos—dijo el trabajador—, golpeamos los precios—hizo como si estuviera golpeando algo—. Me encanta sus anuncios y el kárate, pero nunca pude hacerlo, mi madre no me dejaba—explicó—. Oye, te pareces a él—dijo mirándome—, ¿es tu hijo?.

Lo miré confuso.

—Soy Raymond—se presentó.

—Oye, pon el espejo en el sector de carga, ahora iré yo—pidió mi padre.

—Vale—dijo Raymond antes de irse.

—¿Qué hacéis aquí?—cuestionó mi padre.

—Solo compramos cosas para un proyecto—contestó el señor LaRusso—. ¿Y tú?

—Lo mismo—contestó.

Qué incómodo.

—Oye danos, eso—me dijo Daniel—, iremos a pagar. Te vemos en el coche.

Hannah me miró antes de irse.

Hablar con mi padre no era lo que más me apetecía en este mundo, la verdad.

Mi padre se acercó caminando lentamente.

—¿Qué tal el hombro?—me preguntó.

—Mejor. No gracias a ti—respondí.

—Sé que estás enfadado conmigo. Estás en tu derecho, pero quiero cambiar—dijo.

—Claro—respondí sarcásticamente.

—No quiero que estemos mal—dijo.

—Pues la cagaste cuando le dijiste a Díaz que jugara sucio conmigo—contesté.

—No le dije nada de eso a Miguel—respondió.

—Mira. Sé que debería perdonarte y eso, pero ahora mismo me cuesta un poco—dije.

—¿Vas a torturarme y seguirás entrenando con ese imbécill?

—No conoces al señor LaRusso—dije dando un paso hacia delante—. Es mucho mejor de lo que tú serás en la vida.

Me di la vuelta y salí de allí rápidamente hasta llegar al coche.

—¿Qué tal ha ido?—me preguntó Hannah cuando llegué a ellos.