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𝐑𝐨𝐛𝐛𝐲

Sam y yo fuimos a la pista de patinaje, esa noche era especial de los 80, por lo que teníamos que ir disfrazados.

—Los disfraces no acaban de convencerme—mencioné cuando entramos—. Pero estará bien el no tener que ir escondiéndonos.

—Tendrías que haberte disfrazado de Andrew McCarthy—dijo Sam.

—Con este pelo solo podía ir de Spader—respondí.

—Me muero de hambre—dijo Sam—. Disculpa, ¿nos das la carta?

La chica a la cual Sam habló se giró dejando ver a Tory.

—Mira quién ha venido—mencionó la rubia.

—Am... No sabía que trabajabas aquí—dijo Sam.

—No todos podemos tirar de la tarjeta de crédito de papi—respondió Tory.

—Oye, perdona. Solo queríamos comer algo—habló Sam.

—... ¿Y qué?—escuché que preguntaba una voz que podía reconocer perfectamente.

—Ey, ya hemos pedido las alitas. Solo falta decir a que hora las recogemos, ¿cuándo tienes el descanso?—le preguntó Miguel, quien venía con Hannah y ese tal Halcón, a Tory.

Tory los miró incómoda para luego hacer una seña para que miraran hacia nosotros.

La sonrisa de Hannah se esfumó.

—Oh, hola. No te había conocido, me gustan los disfraces—dijo Miguel amablemente—. Tory ellos son Sam y Robby.

—Sí, nos conocemos, tuvimos un pequeño problema en el club de playa—contestó Tory.

Notaba la mirada de Hannah sobre mí, sin embargo; yo trataba de no mirarla.

—Vamos—le dijo Halcón.

Ella lo miró antes de seguirlo.

¿Al final sí que va a salir con el pelos tiesos?

—¿Y vosotros de qué os conocéis?—les preguntó Sam a Miguel y a Tory.

—Tory entrena en Cobra Kai—respondió Díaz.

—Claro—murmuró Sam.

—¿Qué has dicho?—le preguntó Tory.

—Nada—respondió Sam negando con la cabeza.

—En fin, tengo que trabajar—mencionó Tory—. Hasta luego, cariño.

Tory besó a Miguel haciendo todo aún más incómodo.

—Venga, vamos a por los patines—le dije a Sam.

[...]

—Mierda, se ha roto—mencionó Sam mirando su patín—. Iré a cambiarlo.

Yo asentí.

Vi como Hannah patinaba sola en la pista así que aproveché para acercarme.

—Hannah.

Noté como ella se quedaba quieta, como sumergida en sus pensamientos hasta que tropezó.

La sujeté para que no cayera.

—¿Estás bien?—pregunté.

Se apartó de mi agarre.

—No te importa—respondió todavía sin mirarme.

—Quiero hablar contigo—dije.

—No hay nada que hablar—contestó.

—Sí lo hay. El otro día yo no dije nada  porque estaba confuso, pero ahora quiero hablar—hablé.

—Y ya no estás confuso porque la has elegido a ella—dijo.

—No la he elegido—contesté.

Ella se giró para mirarme.

—¿Ah no?—preguntó—. ¿Y qué haces teniendo una cita con ella?

—No es una cita—respondí.

—Oh, claro que no—dijo soltando una risa agria.

—Tú también has venido con ese tal Halcón—mencioné.

—Es mi mejor amigo—aclaró.

—Yo también era tu mejor amigo y nos besábamos—recordé.

—Tú eres diferente—respondió—, siempre lo has sido.

—¿Qué tengo yo de diferente?—pregunté.

—Que estoy enamorada de ti—respondió mientras bajaba la mirada al suelo—.  Sé que eso no te importa, estás enamorado de ella.

Quizá lo mejor era intentar creérmelo, para olvidarla a ella.

Le había hecho daño, no querría volver conmigo aunque se lo pidiera.

—Sí lo estoy, estoy enamorado de Sam—mentí.

Noté como sus ojos se cristalizaban haciendo que me duela el pecho sabiendo que le estaba haciendo aún más daño.
Patinó rápidamente hasta salir de la pista.

Genial, ahora me va a odiar.

[...]

—¿Qué te pasa?—me preguntó Sam después de haber salido de la pista de patinaje.

Lo cierto era que me sentía bastante mal por Hannah, le había hecho demasiado daño en poco tiempo. No podía sentirme bien con eso, a parte, sigo queriendo estar con ella.

—Nada—respondí mientras le mostraba una sonrisa tranquilizadora—. Estoy algo cansado y molesto porque nos hayan echado por su culpa.

—Ya, no la soporto.

21·12·2022

𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐨 𝐋𝐨𝐯𝐞 || 𝐑𝐨𝐛𝐛𝐲'𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐨𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora