Lee Ari tenía un único objetivo en la mira: conquistar al chico que le gusta a través de mensajes y obtener finalmente el romance escolar que tanto había deseado.
Para su desgracia, eso se verá interrumpido al descubrir que ha escrito al número equ...
Mi celular vibra repetidas veces desde el interior del bolsillo de mi pantalón, tuve un percance cuando me dirigía a la tienda de regalos, por lo que tengo algunos minutos de retraso y Ari se ha dedicado a bombardear mi celular con mensajes.
— Llegas tarde. — Pronuncia una Ari de ceño fruncido. — ¿Acaso te demoras tanto en llegar a todas partes?
— No siempre, solo algunas veces.
— No me gusta la impuntualidad. — Responde sin abandonar su falsa expresión de disgusto.
— Está bien. — Me encojo de hombros. — Lo tendré en cuenta para nuestra próxima cita.
Sin esperar respuesta alguna, empiezo a caminar en dirección al centro comercial, donde nos encontraremos con las otras parejas para ponernos de acuerdo y decidir qué es lo que haremos el día de hoy.
— ¿Disculpa? — Susurra con asombro y yo contengo una sonrisa. — ¿Vendrán más citas después de esta?
Mantengo mi mirada fija hacia el frente mientras camino con la cabeza en alto, pero por inercia cierro mis ojos al escuchar a alguien trotar detrás de mí.
— ¡Esto no es la app de mensajería, Min Yoongi! — Se queja a mis espaldas. — ¡No puedes dejarme en visto!
— ¿Quién dijo que no se puede?
— ¿Por lo menos me dirás por qué llegaste tan tarde?
Doy media vuelta sobre mis pies solo para encontrarme con una tierna mirada llena de confusión que provoca que mi corazón se vuelque, atrapo mi labio inferior entre mis dientes para luego soltar un suspiro.
— Sigo esperando tu excusa.
— No sería una cita creíble si no lo entrego un presente a mi pareja, ¿cierto? — Enarco una ceja divertido ante su expresión de asombro. — No me decidía entre la infinidad de opciones que habían en la tienda, espero conocer más de ti para que la próxima vez no deba quebrarme la cabeza intentando suponer algo que pueda gustarte.
— Me siento tan avergonzada. — Susurra mientras acepta la caja de chocolates que traía escondida. — Yo no he traído nada para ti...
— Tu presencia es más que suficiente. — Aseguro con una sonrisa. — ¿Entramos? Los demás deben estar por llegar.
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