11. Poesía

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El entorno del restaurante fue sustituido por la habitación de Takeru. El rubio estaba acostado sobre la cama arrugada, casi deshecha, con el libro de matemáticas delante. En sus manos había un cuaderno, pero en lugar de hacer los deberes, estaba escribiendo poemas. Sin llegar a terminarlos, los tachaba y empezaba un nuevo en la misma página.

A los pies de la cama estaba la papelera, donde descansaba un cúmulo de bolas de papel. Una de ellas había caído fuera, en el suelo.

—No he dicho que quisiera venir, pero... Caray, sí que se ve deprimido —Daisuke miró a través de las persianas bajadas casi por completo—. Con el buen día que hace, y el tío está aquí solo escribiendo. ¿Dónde está Patamon?

—Con Tailmon y los demás. Patamon no suele andar cerca de Takeru cuando está escribiendo. En realidad, Takeru pasa bastante tiempo a solas. Incluso se ha distanciado de nosotros en este mundo.

—A lo mejor se ha metido del todo en ese libro que quería escribir, ¿no? Ya sabes, lo de contar todas nuestras aventuras.

—Este Takeru no está haciendo nada de eso —V-mon miró al chico de la esperanza—. Aunque tiene previsto estudiar Literatura igual que el Takeru que conoces, este se centra sobre todo en escribir poesía. Tampoco está trabajando en la página web para los niños elegidos del mundo.

—Pero eso no tiene sentido, V-mon —se extrañó el muchacho. Veía que los ojos de Takeru eran carentes de emoción—. Takeru nunca ha sido así, ¿le ha pasado algo?

Mientras seguía inspeccionando, Daisuke pudo leer un breve poema en el cuaderno.

"La culpa es un árbol.

Sus raíces

crecen en el cuerpo,

lo purifican

pero también lo devoran.

Mi temor es

que la culpa que me devora

se ha vuelto tan grande

que si la arrancase de mis adentros

perdería mi humanidad."

—¿Culpa? —Daisuke se irguió, con la sensación de que había leído algo demasiado personal—. ¿Takeru se siente culpable? ¿Culpable por qué?

—Piensa que es culpa suya que Ken no se haya unido a nuestro equipo —reveló el dragón, al fin—. La reconciliación que tuvisteis no sucedió en este mundo. Ken siguió en su propio camino, por lo que vosotros dos tampoco activasteis la Jogress que yo debía tener con Stingmon.

Daisuke prestó atención a la manera en que V-mon hablaba de cada uno. De repente, el Digimon hablaba de sí mismo cuando se refería al V-mon de aquella línea de tiempo alterna.

—V-mon, tú no eres el mismo de mi línea temporal, ¿verdad? Eres el compañero de ese otro Daisuke. ¿Por qué estás aquí? Y... ¿dónde está mi compañero?

—La llave tampoco está aquí, pero debes acercarte más —V-mon siguió hablando de espaldas a él, sin contestarle a la pregunta.

Con un gesto de sus brazos extendidos, la habitación desapareció, y fue sustituida por el mismo dojo donde Iori practicaba kendo, aunque Daisuke no le quitaba la vista de encima a aquel misterioso V-mon.

Digimon 02: La noche de las mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora