04. Cariño

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Sin embargo, V-mon tenía la sensación de que aquello no se le daba muy bien. Cuando Daisuke se deprimía por algo, normalmente acababa recuperándose por sí solo con un poco de tiempo, y el Digimon no estaba muy seguro de ser útil en el proceso.

—Seguro que se pasará, ya lo verás —el dragón apretó un puño con decisión —. Es como yo y Tailmon. Por un tiempo pensé que ella me interesaba, hasta que me di cuenta de que solo lo pensaba porque a ti te gustaba Hikari, y creía que yo me sentiría igual. Espera, eso no es un buen ejemplo.... Eh, ¿ojos que no ven, corazón que no siente?

—¿Qué estás diciendo, V-mon?

—Esto... ¿No había un refrán que decía Armadimon en estos momentos? —El compañero de Daisuke le dio mil vueltas a la cabeza, pero no conseguía entender muy bien su problema aún, ya que no había experimentado nada similar. Derrotado, bajó la mirada—. Daisuke, yo... cada vez que te veo así, no sé qué decirte. Todavía no sé del todo lo que es estar enamorado de alguien, pero quiero ayudarte. ¡Simplemente, no puedo darte la espalda! Ojalá supiera qué se dice cuando a un amigo le rechazan.

—Vaya... —La última palabra le sentó como un jarro de agua fría —. Rechazado. Se podría llamar así, pero en realidad ni siquiera he tenido el valor de confesarle nada. Ha pasado mucho tiempo, y nunca he sido capaz de convertirme en alguien que merezca su atención. Tú no tienes por qué decir nada, V-mon, no te preocupes, ya se me pasará algún día.

—¡Es que sí me preocupo! Quiero entenderte para saber cómo ayudarte. Quiero hacer como Agumon, Tailmon, Tentomon... Ellos saben qué decir cuando sus amigos están tristes. Y yo no quiero quedarme de brazos cruzados cada vez que te dejan a un lado.

—Es que no es solo Hikari —confesó Daisuke, aún sin girarse para mirarle—. Ella es una persona increíble, y para estar a su altura yo tengo que ser increíble también. Y lo intento todos los días. Intento ser el mejor de mi equipo de fútbol, intento que Taichi me dé su aprobación, intento que Takeru, Miyako e Iori me tomen más en serio de vez en cuando. Últimamente me pregunto si en realidad solo estoy intentando ser como Taichi. ¿Soy el líder de nuestro grupo, o solo me lo creo yo?

—¿Quieres serlo? —Ante la pregunta del dragón, hubo un momento de silencio, y por fin Daisuke se volvió para mirarle—. ¿De verdad quieres ser un líder o solo crees que tienes que serlo?

El niño elegido parpadeó un par de veces, con algo de perplejidad. En cuanto la conversación había cambiado de rumbo, V-mon había empezado a ganar terreno, y aunque quizá fuese por casualidad, la pregunta sonaba más madura de lo que esperaba.

—No quiero decepcionarles. Llevo tanto tiempo actuando como el líder del grupo, intentando dar el primer paso, que si dejase de hacerlo me sentiría extraño, como si me hubiese rendido —Para continuar hablando, Daisuke volvió a mirar hacia la pared. Estar cara a cara con su Digimon mientras se confesaba de tal manera le intimidaba—. A veces tengo la sensación de que mis amigos me ven como un caso perdido, un charlatán que se cree el centro del mundo. Y por eso Hikari pasa de mí. No es solo ella, ¿entiendes? Es... todo. Incluso a veces Ken trata de pararme un poco los pies. ¿Dónde ha estado el error? ¿No debería pararme a pensar en eso al menos una vez? Porque quizá, si hubiese hecho las cosas de otra manera, se sentirían orgullosos de mí.

Daisuke se aferró más a su sábana, hasta el punto de casi meter la cabeza dentro. V-mon, en un arrebato, se metió dentro y le abrazó por la espalda.

—Yo siempre me sentiré orgulloso de ser tu compañero.

Las palabras del Digimon dragón llegaban a un corazón que hacía lo posible por abrirse y escuchar, después de todo el pobre V-mon hacía lo que podía y más. Pero Daisuke sentía que las inseguridades que a veces asomaban la cabeza habían colapsado la una con la otra esa misma noche, y al menos por un rato estaría atrapado en aquella espiral. No podía evitar pensar una y otra vez que seguramente las cosas habrían sido distintas si su forma de actuar hubiese sido distinta.

—Lo sé, V-mon —contestó, al fin.

No obstante, había tardado tanto en responder que el dragoncito ya estaba durmiendo. Pensó que tal vez era buena idea dejarse arrastrar por el sueño, con la esperanza de amanecer un poco más despejado de sus dudas.

Digimon 02: La noche de las mil nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora